Estás viendo lo hermoso luce que el versículo de la Biblia en una imagen en Instagram. Puedes ver la fotografía en el fondo adornando el texto. Es un hermoso paisaje. También puedes ver rápidamente a personas dejando comentarios de aprobación en la publicación, como también dejando emojis: manitos orando, manitos arriba, me gusta, cara feliz, cara con lágrimas de gratitud.
Luego haces scrolling en la pantalla del teléfono. Sigues adelante para ver la siguiente publicación seleccionada por los algoritmos que gobiernan tu consumo calórico digital. Puede que te encuentres más adelante con más versículos puestos en imágenes hermosas. Mejor aún, ¡un carrusel de versículos y frases edificantes!
¿Nunca te has preguntado el impacto de esto en tu mente? En mi libro Espiritual y conectado hablo al respecto. Reflexiono en cómo las redes sociales nos vuelven más superficiales y nos enseñan a ver todo lo que contemplamos allí —el meme de un gato tocando el piano o el versículo bíblico— como igual de importantes.
Pero en esta reflexión solo quiero enfocarme en algo obvio que tendemos a olvidar: la Biblia es más que un versículo en Instagram o cualquier otra red social. Si todo lo que lees de la Palabra de Dios durante el día son imágenes en redes sociales, no deberías esperar profundizar en tu conocimiento de Dios.
Necesitamos la historia completa
«Toda Escritura es inspirada por Dios», no solo el versículo más popular o el que luce hermoso en una imagen linda en la pantalla de tu teléfono. «Y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra» (2 Ti 3:16-17).
Por lo tanto, comer la Biblia en bocaditos nunca te preparará tanto como comerla entera —saboreándola, masticándola, digiriéndola— dejando que sus nutrientes te fortalezcan para toda buena obra que Dios te llama a realizar para Su gloria.
No me malinterpretes. No dudo que un versículo compartido en redes haya sido en algún momento edificante para ti o justo lo que necesitabas leer. De hecho, a veces comparto textos bíblicos en mis redes sociales (últimamente más en Instagram) porque creo en la utilidad de eso. Pero corremos el peligro de conformarnos con gotas de verdad cuando en la Biblia tenemos un océano de agua dulce que satisface nuestra alma.
Dios no nos dio la Escritura en trozos para que la leyéramos en fragmentos. Él quiere para nosotros más que un conocimiento superficial de Su Palabra. Los versos en la Biblia forman parte de libros gloriosos; poesía, profecía, narrativas; argumentos —que a veces se extiende por varios capítulos— que dan sentido a nuestra realidad.
Todos estos libros, Antiguo y Nuevo Testamento, comunican una sola historia: una gran narrativa crucial para entender en verdad qué significa cada versículo. Un versículo no puede transmitir esta historia por sí solo, sin importar lo noble que sean nuestras intensiones al compartir porciones de la Escritura. En esta gran narrativa, Dios nos revela quiénes somos en verdad y para qué estamos aquí. En especial, nos revela quién es Él y cómo Su gracia lo cambia todo para nuestras vidas.
Pasa más tiempo en la Biblia
Cuando todo lo que leemos de la Biblia son imágenes y citas en redes sociales, podemos sentirnos espirituales sin realmente serlo, pues menospreciamos profundizar en lo que el Espíritu nos habla en la Biblia.
Si este es tu caso, como el de millones de cristianos hoy, no te extrañes cuando no hayan señales de crecimiento en tu vida o te sientas atascado en tu relación con Dios. Tu dieta espiritual no está balanceada. Estás perdiendo oportunidades a solas con Dios, oportunidades para crecer más espiritualmente y ser retado por textos extensos en la Palabra que no conocías o que significan mucho más de lo que creías. Estás socavando tu capacidad para pensar profundamente en Dios y conocerle más.
La teología de frases y versículos en Instagram o estados de WhatsApp no es suficiente para tu corazón. Por eso Dios se reveló en una Biblia entera para ti y para mí. Así que no dejes que consumir versículos aislados y contenido cristiano en Internet te distraiga de conocer mejor a Cristo. Pasemos más tiempo oyendo la voz de Dios en las páginas de la Biblia y menos tiempo escuchando ecos fraccionados (y a veces distorsionados) en imágenes efímeras en redes sociales.
Estamos en la generación más superficial y distraída de cristianos que el mundo ha conocido y no podemos seguir ignorando la necesidad de leer toda la Biblia con atención. No solo de versículos bonitos en Instagram vivirá el hombre, sino de toda palabra que Dios nos ha dado.