A Dios le ha placido que nos ayudemos los unos a otros a comprender, mediante la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, qué es lo que Él ha revelado en Su Palabra.
Por eso es bueno y edificante leer libros y artículos cristianos. He escrito más sobre eso aquí. Y también esa es la razón por la que es extremadamente delicado. Más de lo que las personas comúnmente piensan. Así que quiero compartir contigo las siguientes advertencias:
1. Sé muy selectivo con lo que lees.
Esto es clave, y sin embargo, creo que pocos cristianos tienen esto en cuenta. Muchos leen cosas que en realidad no son bíblicas ni edificantes a pesar de que son vendidas como cristianas. No pierdas tiempo, dinero y energías leyendo algo que no está conforme a la Palabra de Dios.
Te recomiendo que te acerques a un pastor de verdad, conocedor de la Biblia y con un testimonio íntegro, y le preguntes qué libros han marcado su vida. Averigua cuáles son los libros preferidos de los autores que te han confrontado y predican con fidelidad la Palabra de Dios. Mira cuáles citan los predicadores de sana doctrina que te gustan. Cuáles son los libros que recomiendan sitios cristianos confiables y por qué los recomiendan. Lee los clásicos. Lo mismo aplica con artículos en Internet.
De hecho, los libros que llegan a mis manos pero son malos los lanzo a la basura. Si alguien los lee, pueden ser peligrosos para esa persona, así que prefiero botarlos. Esto es un asunto serio.
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2. Ten cuidado de no leer demasiado rápido.
Mucha lectura rápida y poca meditación conducen al orgullo. Nos da la impresión de que hemos leído y aprendido mucho, cuando en realidad no hemos leído ni aprendido correctamente, y por tanto no hemos sido confrontados por la verdad ni hechos más humildes.
Creo que este es uno de los peores peligros a los cuales se exponen los cristianos que aman leer y aprender. Considero que por esta razón hay tantos “súper-teólogos” orgullosos. Se les llena el cerebro, pero el conocimiento no baja al corazón. Para evitar esto necesitamos orar mucho.
Nuestros corazones son propensos a la impaciencia y al orgullo, así que debemos tener cuidado con la forma en que leemos. Esta advertencia va de la mano con la siguiente.
3. No olvides la importancia del amor.
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy”. (1 Corintios 13:2)
Charles Spurgeon, el príncipe de los predicadores, decía que “lo que pienses o lo que sepas no importa, a menos que te lleve a glorificar a Dios y a ser agradecido”. Eso es cierto.
Oremos siempre para que Dios nos conceda tener bien claro que de nada nos sirve aprender muchas cosas en libros y artículos si no tenemos amor. En realidad, creerse súper-cristiano por conocer mucho es prueba de que se conoce poco. El verdadero conocimiento nos hace humildes, gozosos, felices, agradecidos, amorosos, pacientes…
El propósito de saber sobre nuestro Señor, no es la satisfacción intelectual o el aumento de nuestro ego. Es más que eso. Es amor. Es adoración. Paul Washer tiene razón cuando dice que “Jesús no es una cosa a la cual estudiar, sino una persona a la cual amar”.
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4. No temas abandonar una lectura cuando tengas que hacerlo.
Si estás leyendo un libro que creías que iba a ser conforme a la Palabra de Dios, pero a cada página que pasas está cada vez peor, no temas abandonarlo y ponerte a leer algo mejor. Estamos llamados a hacer un buen uso del tiempo que tenemos (Efesios 5:15-16).
Sé que hay muchos cristianos que terminan de leer libros mediocres y de esa forma se exponen a más basura, porque piensan: “Ya empecé este libro, no es bíblico, pero no me queda de otra que terminarlo”. Te equivocas. Nada te detiene abandonar ese libro y ponerte a leer otro mucho mejor. Te lo digo por experiencia. De nuevo, lo mismo aplica con artículos.
Es cierto que la Biblia dice “examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21), pero los siguientes versículos dicen “Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (22-23, énfasis añadido).
Es un millón de veces mejor buscar examinarlo todo y retener lo bueno en un libro de sana doctrina, que tratar de hacer eso en un libro de pseudo-teología chatarra y dañina. Quisiera que más personas supieran esto.
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5. Ora por discernimiento y entendimiento.
Sin embargo, debemos recordar que los autores que buscan ser realmente bíblicos no son infalibles. Sí, estamos llamados a aprender de maestros (1 Timoteo 3:2), pero ninguno de ellos es perfecto.
No hay una sola decisión — y lectura, conversación, relación, y un largo etcétera— en todas nuestras vidas, para la cual no necesitemos discernimiento. Así que oremos por discernimiento, y por sabiduría a la hora de leer. Seamos como los bereanos (Hechos 17:10-11).
Dios ha establecido que el discernimiento venga a nosotros cuando leemos todo a la luz de la Palabra de Dios y meditamos en ella. “Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmo 119:99). Así que ora por discernimiento, ponte en el camino por el cual sabes que vendrá y reconoce que el discernimiento que Dios da es por gracia, y que lo necesitamos.
6. Cuando leas libros y artículo, no te olvides de El Libro.
Charles Spurgeon solía dar este consejo: “Visita muchos buenos libros, pero vive en la Biblia”. Es necesario que recordemos eso porque muchas veces somos propensos a olvidar que tenemos la Palabra de Dios escrita (!!!).
Los mejores libros son los que te llevan a leer más El Libro. Si los libros y artículos que lees no te animan de ninguna forma a leer la Biblia y buscar conocer por ti mismo, gracias al Espíritu Santo, lo que muestra la Palabra para que lo compartas con otras personas, entonces deberías empezar a leer mejores libros y artículos, y sobretodo adentrarte más aún en la Biblia.
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