En este mes de la Reforma, una de las mejores cosas que podemos hacer es ser intencionales en recordar cuál fue la meta de este despertar a la verdad del evangelio: Soli Deo gloria. Es decir, la gloria sea solo a Dios, pues todas las cosas —incluidas nuestras vidas y redención— son de Él, por Él y para Él (Ro 11:33-36).
De hecho, cada sola de la Reforma —cada una de estas frases en latín que resumen las verdades bíblicas más centrales que este movimiento promovió— tiene como fin preservar la doctrina de soli Deo gloria.
Sola Scriptura significa que la sola Escritura es la única fuente infalible de autoridad para la fe cristiana y nuestra vida diaria. Si la Escritura tuviera fallas y no fuera suficiente para nosotros, y si nuestras propias opiniones, razonamientos, y tradiciones estuvieran a su mismo nivel en autoridad, entonces toda la gloria en nuestras vidas no sería para Dios. De hecho, cuando colocamos las voces de los hombres y nuestras tradiciones humanas a la par de la Palabra de Dios, inevitablemente ellas empañarán nuestra visión de la gloria del Señor que se nos muestra en la Escritura.