Desactivé la mayoría de las notificaciones en mi teléfono. Me estaban volviendo loco. También dejé de seguir a un montón de personas y cuentas en las redes sociales para seguirlas mejor usando RSS, como en los viejos tiempos, antes de la web 2.0. ¡Había demasiado ruido en mis redes sociales! Y estoy tratando de luchar con la tentación de revisar mi teléfono a primera hora en la mañana.
No soy el único que busca disminuir el ruido y las distracciones que la tecnología ha traído a nuestras vidas de diversas maneras a medida que invade nuestros espacios. Por ejemplo, hay toda una industria creciente en nuestra cultura que gira alrededor del mindfulness, una occidentalización de la meditación oriental tradicional que busca entrenar la mente para vivir con más enfoque y calma en medio del caos de la vida moderna saturada de la tecnología.
Al mismo tiempo, uno de los antídotos más populares que se nos ofrecen hoy es el uso de más tecnología para aliviar nuestra saturación de tecnología y dispositivos. Mira el caso de las apps para meditar, por ejemplo. Son aplicaciones que ofrecen sesiones de audio para relajarse, dormir, y meditar. Calm es una de ellas. Ha sido descargada más de 40 millones de veces y ya vale más de 1000 millones de dólares.[1] Según el Centro para la Tecnología Humana (Center for Humane Technology), 99% de sus usuarios la aman.[2] La ironía es inescapable: queremos que la tecnología solucione los problemas causados por nuestro mal uso de ella.