Venezuela atraviesa tal vez la peor crisis económica y social de su historia, y la iglesia en el país no ha sido inmune a ello. Quisiera compartir contigo algunas cosas que te animo a considerar y presentar ante Dios cuando ores por los creyentes aquí.
Lamentablemente, en el país no hay estadísticas confiables que avalen lo que mencionaré a continuación. Sin embargo, escribo conforme a lo que he visto y conversado con pastores y miembros de diversas iglesias y denominaciones en los últimos años:
1. Para un pastor en Venezuela es muy difícil delegar tareas, formar líderes, y discipular a creyentes cuando la mayoría de las personas, en especial los jóvenes, planean irse del país o no pueden congregarse por la crisis. Muchos cristianos no se ven comprometiéndose más con sus iglesias locales actuales, sino más bien yéndose a otros lugares.
2. Muchas horas del día pueden irse en filas para obtener efectivo o comida. Hay constantes fallas en los servicios públicos, los medios de transporte están al borde del colapso, y la crisis económica afecta al hogar. Para un pastor en este contexto social es muy arduo ejercer el ministerio visitando a las ovejas, orando y estudiando la Palabra, y preparando sermones. De hecho, cada vez conozco a menos pastores que pueden dedicarse a tiempo completo al ministerio.
3. Aunque hay serios y nobles esfuerzos de varias iglesias por ofrecer recursos teológicos sanos y entrenamiento a hombres a fin de prepararlos para el ministerio, aún hay mucho por hacer y seguir orando. Cada vez es más difícil adquirir libros con sana doctrina y pagar estudios bíblicos, por ejemplo. Muchos de los escasos institutos bíblicos se están quedando sin profesores. Ni hablar de lo casi imposible que es para la mayoría de los pastores y líderes poder salir del país para estudiar en un seminario.