¿Entendemos la vida en el Espíritu Santo? En la iglesia evangélica suele haber mucha confusión en cuanto a lo que eso significa. Como cristianos, necesitamos saber responder bien a esta pregunta.
Pensando en eso, a continuación tienes una breve entrevista al pastor Jacobis Aldana, de la Iglesia Bíblica Soberana Gracia en Santa Marta, Colombia. Él escribe en el blog El evangelio y nada más y puedes conseguirlo en Twitter.
¿Cómo conociste el evangelio y la importancia de andar en el Espíritu?
Como muchos, mi conocimiento del evangelio al principio de mi caminar con el Señor fue gradual, por así decirlo.
Al comienzo, conocí el evangelio como el mensaje que anuncia esperanza a los perdidos y es suficiente para salvarlos, pero que no era estrictamente necesario en el transcurso de la vida cristiana. Con el paso del tiempo, y por la gracia de Dios, pude tener una perspectiva más amplia de ese mensaje y su relevancia en todas las áreas de la vida.
Por supuesto, hay una estrecha relación entre la vida centrada en el Evangelio y la vida en el Espíritu, y entender esa realidad es algo maravilloso.
En breves palabras, ¿cuál es la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente?
Esta obra se da en dos sentidos básicamente: En primer lugar, el Espíritu Santo convence continuamente al creyente de pecado, produciendo una vida de arrepentimiento continuo y dependencia de Cristo (cp. Ro. 8:12-14). Por otro lado, el Espíritu Santo actúa produciendo santidad: una intensificación de los deseos genuinos de búsqueda de la verdad, comunión, oración, y edificación por medio de la Palabra de Dios.
¿Por qué crees que hay mucha confusión en Latinoamérica en cuanto a lo que significa vivir en el Espíritu Santo?
Creo que se debe a la manera en que el Espíritu ha sido presentado como alguien que solo produce emociones. La persona del Espíritu Santo comúnmente es reducida a un plano experimental y emotivo. Es por eso que muchas personas creen que vivir en el Espíritu es vivir en pos de tales experiencias.
La vida en el Espíritu está más asociada a los frutos del creyente en cuanto a su carácter, su conducta, y su devoción. Vivir en el Espíritu Santo es conformarnos cada vez más a Cristo (2 Co. 3:18).
Bíblicamente, ¿qué significa andar en el Espíritu Santo (Gá. 5:16)? ¿Cómo puedo saber si estoy andando conforme al Espíritu Santo o engañándome a mí mismo?
De acuerdo con el texto, andar en el Espíritu es lo opuesto a las obras de la carne. La vida en el Espíritu es caracterizada por obras a las que Pablo llama fruto: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gá. 5:22-23).
Gracias a esto, podemos saber si andamos conforme al Espíritu o no. Esto es observable, evidente. Alguien podrá fingir por un tiempo este tipo de andar, pero tarde o temprano las verdaderas obras de su corazón serán manifiestas. Si a veces parece que es cosa difícil para un creyente genuino mostrar los frutos de la vida en el Espíritu, esto hace imposible que alguien que no sea un creyente genuino viva de tal manera.
¿Cuál es la diferencia entre los dones espirituales y el fruto del Espíritu Santo en nosotros? ¿Por qué para la iglesia en Latinoamérica esto es tan importante?
La diferencia entre los dones y el fruto del Espíritu Santo está dado por el objeto al que se aplican. Me explico: los dones son dados a los creyentes, pero el objeto final es la iglesia, el cuerpo de Cristo (1 Co. 12). Por otro lado, el objeto del fruto del Espíritu es la vida misma del creyente.
Así pues, los dones no determinan el andar de un individuo, pero el fruto del Espíritu sí lo hace. Vemos un ejemplo de esto en la iglesia de Corinto. Ellos tenían muchos dones (1 Co. 1:5), pero la vida de los miembros de la iglesia era de inmadurez y una evidente falta de fruto.
Creo entonces que el problema en Latinoamérica ha sido pensar que la presencia de los dones es automáticamente una evidencia de la verdadera espiritualidad de la iglesia. Es por eso que vemos a personas en un marcado desequilibrio entre buscar los dones y procurar andar en el Espíritu buscando su fruto.
¿Cómo impacta a la vida cristiana el hecho de que el Espíritu Santo sea una persona y no alguna fuerza o simple manifestación de Dios?
De la misma manera que nos impacta creer que la Dios es un ser personal y no algo imaginario. La idea de que el Espíritu Santo es una mera fuerza impersonal es desesperanzadora debido a que su obra parte precisamente de una relación personal.
El convencimiento del pecado, el consuelo, la sabiduría, el gozo, la ayuda en nuestras oraciones, y todo lo demás que proviene del Espíritu, es dado a nosotros como resultado de la relación que tenemos con Él por medio de Cristo, y se trata de una relación real.
Tengo la sospecha de que muchos creyentes, en el afán de evitar los extremos en cuanto a la relación con el Espíritu, de manera inconsciente han dejado al Espíritu Santo como algo irrelevante y cuya obra parece innecesaria. Esto es tan peligroso como las blasfemias abiertas.
¿Qué consejo le darías a alguien que cree con sinceridad el evangelio y desea ser lleno del Espíritu Santo (Efesios 5:18)?
Le diría que se aleje de la cerca en la que el Espíritu Santo es visto según un mero sistema teológico, y que piense en la relación con Él tal como es descrita en la Biblia y como necesidad real.
También le diría que lea el libro de los Hechos, una y otra vez, prestando especial atención a la manera en que el Espíritu trabajaba en los individuos y también en la Iglesia. Además, le aconsejaría que busque incansablemente, por medio de la oración, la lectura, y la meditación, tener una mayor comunión con el Espíritu y procurar el fruto que Él mismo produce.