“La lengua mentirosa odia a sus víctimas, la boca aduladora causa la ruina”
(Prov 26:28)
Mucho se habla de ignorar las críticas, pero poco se habla de tener cuidado con las personas que nos adulan.
Esto es importante porque es triste ver que en muchos círculos cristianos hay líderes que solo se rodean de aduladores, y personas que adulan para llegar a “posiciones” altas.
¡Eso no refleja el amor de Dios!
«Los ministros del evangelio deberían ser hombres que no se vean fácilmente afectados por los halagos y las críticas»
— Martin Lutero.
Creo que una de las cosas que más puede dañar a un cristiano, es la compañía de aduladores, o como decimos en Venezuela, “chupadores de medias”. Los aduladores pueden hacernos daño al acariciar nuestro ego y con frecuencia son mayores enemigos que los críticos.
Estas son tres verdades sobre los aduladores que debemos tener presentes:
1. Motivar NO es adular
Muchas personas en un sentido práctico tienden a confundir la adulación y la motivación, eso está mal y es propio de quien tiene serios problemas de orgullo: cuando alguien le halaga desmedidamente, se deleita y lo considera una simple felicitación que “merece”, un incentivo para seguir adelante.
Necesitamos orar por sabiduría para saber cuándo alguien quiere lo mejor para nosotros o simplemente nos besa los zapatos.
Es valioso saber que motivar es diferente a adular. La motivación es buena y es bueno tener amigos motivadores.
El motivador no solo te felicita cuando haces algo bien, sino que también te invita a dar lo mejor de ti, a siempre seguir creciendo y a aprender de tus errores… y para eso a veces te confronta.
En la Biblia podemos ver a Jesús motivar y felicitar… pero nunca adular.
De hecho, en la Palabra de Dios podemos leer que el apóstol Pablo nunca usó palabras lisonjeras para discipular a las personas o predicar, lo cual es algo muy distinto a lo que hace mucha gente hoy (1 Tesalonicenses 2:5).
Esta verdad tiene que ver con la siguiente.
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2. Alguien que adula es alguien que no ama
“Los aduladores parecen amigos tanto como los lobos parecen perros”
— George Chapman
Aquí va una advertencia: Si eres líder y las personas a tu cargo nunca están en desacuerdo contigo, es posible que estés rodeado de aduladores (en vez de motivadores) o seas muy orgulloso y sueles reaccionar mal cuando alguien te critica con amor, y por eso no te confrontan cuando es necesario.
Alguien que adula es alguien que no ama y que fomenta más orgullo en la persona que halaga. Alguien que ama siempre dice la verdad, como Jesús.
Por lo general, alguien que adula quiere un beneficio egoísta de la persona que exalta y ese tipo de interés es incompatible con el amor. La Palabra enseña que las personas que quieren algo de los demás con motivos incorrectos, tienden a elogiar y usar palabras fingidas (2 Pedro 2:3)
La adulación es elogiar con intenciones que no agradan realmente a Dios y eso es algo que podemos aprender en la Biblia. Jesús nos enseña que debemos ser directos con los aduladores para enseñarles que lo que hacen está mal (Mateo 22:15-18).
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3. Rodearte de personas aduladoras es rechazar a Jesús
“La adulación es una falsa moneda que empobrece al que la recibe”
— Anónimo.
Cuando conoces realmente el amor, no dependes de los comentarios de las personas para ser feliz porque el amor de Dios llena tu vida (Gálatas 1:10).
Y cuando conoces lo que es el evangelio, no te rodeas de aduladores, sino de motivadores y amigos honestos, que te confrontarán cuando sea necesario porque deseas hacer las cosas bien para la Gloria de Dios.
Esto es algo que está muy relacionado con 2 Timoteo 4:3-4:
Así como muchas personas se amontonan detrás de falsos maestros que solo predican lo que ellas quieren oír en vez de lo que necesitan realmente oír (la verdad), quienes necesitan ser exaltados hacen lo mismo.
Quienes se rodean de aduladores suelen enojarse con personas íntegras y sinceras.
Recuerda:
“Cae mejor el que sabe reprender que el que sólo sabe lisonjear”
(Proverbios 28:23)
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Es mi oración que Dios nos conceda sabiduría para lidiar con la adulación y sabernos rodear de personas que en verdad nos amen.