Una noche de septiembre de 1931, Clive Staples Lewis (llamado “Jack” por sus amigos) discutió sobre cristianismo con sus amigos Hugo Dyson y J. R. R. Tolkien (conocido por ser el autor de El Señor de los Anillos). La conversación, iniciada por los amigos de Lewis, fue algo que Dios preparó para lo que Él haría al día siguiente en la vida de Lewis.
Lewis escribe en su libro “Sorprendido por la alegría” cómo fue el paso final en su conversión al cristianismo, que aconteció luego de la discusión:
“Sé perfectamente cuándo di el paso final, pero no muy bien cómo. Me sentí impulsado a ir a Whipsnade una mañana soleada. Cuando salimos, no creía que Jesucristo era el Hijo de Dios, y cuando llegamos al zoológico lo creía. Sin embargo, no pasó el trayecto exactamente pensando. Ni tampoco sentía grandes emociones. Puede que “emotivo” sea tal vez la última palabra que podamos aplicar a algunos de los acontecimientos más importantes. Se pareció más a cuando un hombre, después de un largo sueño, todavía sin moverse de la cama, se da cuenta de que está despierto. Y así fue, como aquel momento en el autobús, ambiguo. ¿Libertad o necesidad? ¿O acaso difieren en su punto máximo?”
… y ese es el extraordinario testimonio de C.S. Lewis, posiblemente el autor cristiano más importante del siglo pasado.
Ahora, quiero que te imagines una reunión en una congregación donde la gente está contando sus testimonios, la historia de cómo experimentaron la salvación de Dios. Una persona toma el micrófono, relata el suyo, todos lloran y aplauden a Dios por las cosas espectaculares que ha hecho en esa persona.
Algunos hablan sobre situaciones muy extremas que vivieron y en las cuales conocieron a Dios, situaciones como secuestros, problemas con drogas, acusaciones muy feas, o luchas internas reñidas dentro de sus almas, un milagro que vieron, una conversión radical gracias a la palabra de Dios, etc… y los que oyen esos testimonios se asombran mucho.
Luego viene el turno de C.S. Lewis. Toma el micrófono y dice algo como esto “Hola. Mis amigos me llaman Jack. Me monté en un bus sin creer en Jesús, y cuando me bajé del bus, yo ya era cristiano”.
Imagina las caras en blanco de las personas. Algunos hasta se preguntarán si en verdad Jack es cristiano, si verdaderamente fue salvo.
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Esa es una de las razones por las que no cuento muy a menudo mi relato… No suena extraordinario para muchas personas. Cuando la gente me pregunta cuál es, digo que yo estaba muerto y que ahora estoy vivo gracias a Jesús. De hecho, en mi ebook cuento algunas cosas que he vivido, pero no hablo exactamente cómo fue mi conversión… porque no la recuerdo muy bien. Sé que mi abuelita me hablaba de la Biblia cuando yo era niño y sé que he ido a varias iglesias, pero no sé con lujo de detalles cómo fue mi conversión.
Creo que ocurrió naturalmente cuando me adentré en el estudio de la palabra de Dios hace más o menos tres años. Lo hice porque quería respuestas. Desde niño escuchaba a personas decir que Jesús murió por mí, pero nadie me explicó cómo al hacer eso me salvó.
Me predicaron un evangelio “bonito” y útil para muchas cosas, lo cual aprecio -porque fue con buena intención- pero ese pseudo-evangelio no fue suficiente.
Así que nací de nuevo a pesar de asistir a congregaciones, no por haber ido a ellas… y no recuerdo exactamente el día en que ocurrió.
Tal vez te sientes estafado al leer este post. Tal vez piensas “bah, qué testimonios tan aburridos. El título decía que me ibas a hablar de un testimonio extraordinario y me sales con esto. Qué fraude”.
Quiero hablarte sobre eso.
Mi memoria puede fallarme, pero la Palabra de Dios no. No recuerdo los detalles de mi conversión, pero la Biblia dice qué fue lo que Dios hizo en mí, y lo que hizo en Lewis… y lo que hizo en ti si tienes fe en el Jesús de la Biblia.
Pablo escribe a la iglesia en Efeso:
Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás.
Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. (Efesios 2:1-6)
Si eso no es extraordinario, entonces no sé qué puede serlo.
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No hay nada más asombroso o emocionante que haber estado muerto y ahora estar vivo. Nuestro testimonio ya está escrito en la Biblia y es fantástico. Todas las otras historias en todo el mundo son aburridas.
¿Quieres saber cuan extraordinario es tu testimonio? Lee más la Biblia y que esa verdad sea para tu gozo.
Y es que cuando te veo, si tienes a Cristo veo a alguien que estaba perdido, pero ahora encontrado. Veo a una persona que era esclava y ahora es libre. Veo a una persona infinitamente amada por Dios. Veo a una persona que estaba muerta en sus pecados, pero que ahora tiene vida eterna.
Y necesitamos recordar esto porque (hay que admitirlo) la mayoría del tiempo lo pasamos viviendo como si Dios no hubiese hecho suficiente. Y Él ya ha hecho más que suficiente, aunque apenas estés empezando a entenderlo y vivirlo.
Con todo esto que te he dicho, no quiero que pienses que desestimo los relatos impactantes que de vez en cuando escuchamos. De hecho, doy gracias por los testimonios asombrosos que han resultado ser ciertos. Lo que quiero decir con este post, es que el testimonio de todos los cristianos es especial y en la Palabra de Dios está registrado. Seamos agradecidos a Dios por lo que Él ha hecho.
Tu testimonio es extraordinario. Es una historia que Dios ha escrito y que no tiene final.