“Si hay algo peor que no orar, es orar de una forma incorrecta” — R.C. Sproul.
Si hay algo de lo que siempre me arrepiento, es de nunca orar lo suficiente. Y es que la oración es más importante que lo que creemos.
Lamentablemente, con frecuencia escucho a personas orar y descubro que oran a un Dios diferente al único y verdadero revelado en la Biblia. Es asombroso todo lo que puedes conocer sobre la teología de alguien leyendo la Biblia.
Mucha gente ora como si Dios no fuese soberano, como si Dios necesitase permiso para obrar, como si Dios no conociese nuestras necesidades, como si mereciéramos ser escuchados por Él, como si Él nos fuese a escuchar por lo mucho que oramos o como si nuestra oración pudiera cambiarlo a Él…
Eso es algo serio porque orar sin tener en cuenta los atributos revelados de Dios no es orar en absoluto. Orar ignorando la cruz de Cristo y lo que ella significa en realidad, ignorando quienes somos realmente y quien es Dios, es como tocar a una puerta cerrada que nunca se abrirá. La única puerta abierta es la que Jesús ha abierto por nosotros.
Basta ver la Biblia para notar que muchas de las cosas que bastante gente dice cuando oran, nunca fueron dichas por los salmistas o los apóstoles cuando oraron. ¿Cómo hacían ellos para orar sin decir las cosas que se suelen decir hoy en día? La respuesta a esa pregunta está en la Palabra de Dios.
R. C. Sproul en una ocasión dijo: “Si quiero saber lo que una iglesia cree, me basta con escuchar lo que canta”. Estoy seguro de que lo mismo se puede decir con respecto a la oración.
¡Dios quiere que ores como Él quiere!
Procurar orar de una forma teológicamente correcta es algo que agrada a Dios. Es una forma de decirle “Señor, orar a ti de la forma en que tú quieres que yo lo haga me importa mucho porque tú me importas mucho”.
No se trata de qué cosas podemos decir cuando oramos, sino de las cosas que Dios quiere que digamos y nosotros realmente necesitamos decir. No se trata de cómo podemos orar, sino de cómo Dios ha revelado que quiere que oremos.
El hecho de que los salmos no vengan acompañados de partituras musicales en nuestras Biblias nos da una idea de lo mucho que le importan a Dios las palabras que le decimos.
La oración también es adoración… y es necesario que si nos acercamos a Dios, lo adoremos en Espíritu y en Verdad (Juan 4:23). Dios castiga severamente a quienes se acercan a adorarlo de una forma que Él no ordenó (Levítico 10:1-2). Si aún muchas personas no han sido consumidas por la ira de Dios, es por Su misericordia.
Es urgente buscar orar cada día más conforme al corazón de Dios.
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¿Dónde rayos aprende mucha gente a orar?
Hey, no sé cómo es la iglesia en muchas partes del mundo, pero sí sé que en la mayoría de las congregaciones en Latinoamérica la gente no toma la palabra de Dios en serio. Si lo hicieran, sabrían cómo orar.
No soy un experto en oración (todos los cristianos estamos aprendiendo a hacerlo cada día mejor), pero con solo escuchar a una persona puedo darme cuenta de qué tanto lee la Biblia y la toma en serio. Hay cosas que son muy básicas con respecto a la oración y que MUCHAS personas ignoran.
Me preocupa que la iglesia en Latinoamérica (especialmente en Venezuela porque es donde más he observado) sea muy pragmática con respecto a cómo ora. La oración no se trata de qué tipo de cosas parecen dar resultado cuando las hablamos, sino de qué es lo que Dios quiere que digamos cuando oramos. Solo porque parece que algo funciona en la oración, no significa que en realidad funciona… y además, puede ser idolatría a una falsa idea de Dios (Jeremías 44:16-19). A parte de esto, la mayoría de las congregaciones están sometidas en placebos y por eso creen que asuntos como “declarar” y “atar demonios” (para retomar los ejemplos citados) en realidad funcionan.
Como si la palabra de Dios no fuese suficiente, el conocimiento básico que muchos cristianos tienen sobre la oración no proviene de la Biblia: Proviene de lo que otras personas le han enseñado y de escuchar orar a personas que no se toman la Biblia en serio. También proviene de lo que piensan con respecto a la oración.
Esa es una de las razones por las que no hay evidencias del poder de Dios en la vida de muchos de los que dicen ser cristianos, y es que vivir sin orar o sin procurar hacerlo conforme lo que Dios ha mostrado, es vivir sin comunión con Él.
La oración y el poder de Dios en tu vida.
Uno de los aspectos más importantes de la oración es su relación con la manifestación del poder sobrenatural de Dios en nuestras vidas.
Me llama mucho la atención la manera en que la gente compra libros que escriben los falsos apóstoles sobre cómo «accionar» milagros. Qué curioso que los discípulos de Jesús nunca preguntaron eso. Ellos nunca le dijeron a Jesús «¿Nos enseñas a caminar sobre el agua y sanar a la gente?» En cambio preguntaron cómo orar. Preguntaron cómo hacer una de las cosas que más solemos subestimar en nuestro día a día.
A pesar de todas sus fallas, los discípulos vieron algo que muchas veces ignoramos: La mayor muestra del poder de Dios en nuestras vidas no son los «milagros», sino la manera en que vivamos. Y vieron la relación de la oración constante e íntima con la expresión de ese poder en la vida de Cristo. Y vieron también lo importante de orar de una forma correcta.
Los discípulos sabían que Jesús tenía una ferviente vida de oración. Así aprendieron que Dios se manifiesta en la vida de quienes, por Su gracia, oran conforme a lo que Él ha revelado.
Es algo curioso, pero en mi viaje espiritual he ido aprendido que las personas que más alardean de tener el Poder sobrenatural del Reino de Dios son las que menos lo manifiestan en sus vidas.
La madurez espiritual no tiene que ver con hacer milagros o tener dones, sino con tener a Cristo creciendo en nosotros (Gálatas 4:13). El poder de Dios se ve en alguien que vive en santidad y que con sus acciones expresa que Dios es más que suficiente… y orar de una forma teológicamente correcta es algo muy clave en esto.
Cuanto más profundicemos mediante la oración en nuestra relación con Dios, más gozo tendremos. La oración es el secreto de la santidad. Es esencial para caminar viendo a Dios todos los días y contemplando cómo despliega su poder de forma que no imaginábamos.
Dios usa la oración para cambiarnos a nosotros y hacernos cada día más como Jesús por el poder de Su Espíritu. En eso Él es glorificado. Así que debemos orar más todos los días… y orar bien, tal y como Dios nos enseña en Su Palabra.
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Querida iglesia, dile adiós a la oración pagana.
En una ocasión en la que Jesús enseñó sobre la oración, Él dijo lo siguiente:
“Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas”. (Mateo 6:7-8 NTV)
Jesús nos hace ver que la forma en que los paganos oran es equivocada porque ellos no conocen la revelación de Dios (Su Palabra). Por eso, por ejemplo, no saben que el verdadero Dios sabe exactamente lo que necesitamos incluso aunque lo pidamos.
Allí está la clave del asunto: Tenemos que conocer los atributos de Dios. Necesitamos adentrarnos en Su Palabra. Al hacerlo, nuestros momentos de oración cambiarán y en la intimidad conoceremos a Dios y seremos transformados de formas que jamás imaginábamos.
Es necesario que desaprendamos todas las mentiras que hemos creído sobre cómo orar. Renunciemos a ellas por más que nos gusten. Dejemos nuestro ego a un lado y reconozcamos que tal vez no tenemos razón. Llevemos todas nuestras ideas a la cruz, y decidamos reaprender de nuevo. El resultado será más que lo que podemos pedir.
Hay más gozo que podemos recibir cuando oramos aquí en la tierra que el que imaginamos. Así que busquemos orar bíblicamente. Con el tiempo, cada día más, verás que orar de la forma correcta será para ti tan natural como respirar. Y es que así como los peces nacen para vivir en el agua, nosotros nacimos para orar como Dios quiere que lo hagamos.
«Prefiero enseñar a un hombre a orar que a diez hombres a predicar» — Charles Spurgeon.