Como tal vez has notado, hay cierta polémica en la iglesia en relación a la vigencia de los dones espirituales.
Cesacionismo es la postura de quienes afirman que los dones espirituales milagrosos (como el hablar en lenguas o ser profetas) cesaron en la iglesia, Dios dejó de repartirlos, mientras que el continuismo es la postura de quienes creen que esos dones siguen vigentes.
¿Hablamos bien sobre continuismo y cesacionismo?
En los últimos años he presenciado decenas de debates (varios muy amistosos y otros no tanto) entre hermanos continuistas y cesacionistas. En ellos he notado que una de las principales razones por las que muchas de esas conversaciones resultan infructuosas, es por la abundancia de prejuicios, principalmente las generalizaciones y caricaturizaciones.
A veces no somos conscientes de las falacias que creemos en relación a la postura distinta a la que tenemos (continuismo o cesacionismo). Eso lleva a que nuestros diálogos no sean virtuosos, y en cambio sean ofensivos e hirientes sin necesidad y terminen causando más división, incluso cuando esa no sea nuestra intención.
Por eso, a continuación expondré brevemente los que considero cuatro mitos más comunes sobre el continuismo y el cesacionismo, con la esperanza de contribuir a que nuestras próximas conversaciones sobre la vigencia de ciertos dones espirituales sean más edificantes.
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1. «Los cesacionistas buscan limitar a Dios»
En realidad, los cesacionistas no pretenden limitar a Dios y mucho menos contristar deliberadamente al Espíritu Santo. Simplemente creen que a Dios le plació, en Su soberanía, que ciertos dones espirituales fuesen vigentes sólo en cierto periodo de la historia de la iglesia.
Para el cesacionista, Dios sigue siendo totalmente libre y soberano para seguir obrando en la iglesia de muchas maneras.
Además, está la doctrina bíblica de la providencia de Dios — que el Señor sostiene, dirige, dispone, y gobierna todas las cosas—, la cual afirman los cesacionistas reformados. Erik Raymond, un cesacionista, escribe:
“Aquellos que creen que he puesto a Dios en una caja parecen creer que Dios sólo se muestra cuando algo milagroso acontece. Pero aquellos en la tradición Reformada verán en la providencia de Dios que Él está involucrado activamente en todo… Él sostiene, gobierna y ordena todas las cosas como con su propia mano. Esto incluye cosas milagrosas o eventos aparentemente inexplicables donde Dios puede intervenir directamente o incluso usar medios secundarios…”
2. «Los continuistas niegan la Sola Scriptura»
Con Sola Scriptura, el protestantismo se refiere a la doctrina de que sólo la Biblia es la única Palabra de autoridad máxima para nosotros.
Es cierto que muchos continuistas creen que las nuevas profecías tienen la misma autoridad que la Biblia, y así niegan la Sola Scriptura, pero esto no es algo que crean todos los continuistas.
Tengo amigos continuistas que aunque hablan de la profecía como “palabra del Señor”, creen que la profecía actual, según el Nuevo Testamento, es imperfecta debido al factor humano (por ejemplo, pensamientos del profeta pueden combinarse con el mensaje que reciben de Dios).
Así, para muchos continuistas las profecías suelen poseer elementos en los que no debemos confiar. Por eso ven importante pedir a Dios discernimiento y miran como máxima autoridad a las Escrituras. Wayne Grudem, uno de los mejores teólogos continuistas, destaca:
“El problema de los herederos de los apóstoles se resuelve no instando a los cristianos a escuchar a los profetas (aun cuando habían profetas a su alrededor) sino apuntando a las Escrituras.
Así que Pablo, al final de su vida, hace énfasis en usar «bien la palabra de verdad» (2 Ti 2: 15), y «toda Escritura» inspirada por Dios, «útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Ti 3: 16)… En ningún lugar leemos exhortaciones a «escuchar a los profetas en sus iglesias» o a «obedecer las palabras del Señor dadas por sus profetas», etc. Pero ciertamente hubo profetas que profetizaban en muchas congregaciones locales tras la muerte de los apóstoles. Parece que no tenían la misma autoridad que los apóstoles, y los autores de la Escritura lo sabían”[1]Wayne Grudem; Teología Sistemática (Zondervan; 2007); Posición 31394.
Muchos continuistas aman profundamente la Palabra de Dios. Aunque suelen ser tildados de emocionales y de colocar la experiencia por encima de la Biblia, debido a generalizaciones, ellos están preocupados por honrar al Señor y vivir bíblicamente afirmando ¡Sola Scriptura!
3. «Los cesacionistas no son espirituales y no creen en milagros»
Hay algunos cesacionistas que parecen no dar importancia al Espíritu Santo, pero eso no significa que todos sean así.
De hecho, me parece que en la historia de la iglesia (específicamente en la época de la reforma y los puritanos), los teólogos y predicadores que han tenido en general una teología más correcta de la persona y obra del Espíritu Santo han sido cesacionistas.
Por otro lado, si crees en la vigencia de los dones milagrosos, deberías entender que sólo porque una persona no experimente cierto don espiritual, no significa que no sea espiritual (cp. 1 Corintios 11:29).
Cuando veo el paralelo entre Efesios 5:18-19 y Colosenses 3:16, comprendo que ser lleno del Espíritu no consiste precisamente en hablar en lenguas o ser profeta, sino en tener una mente llena de la Palabra de Dios, adorándole genuinamente predicando la verdad con denuedo.
Además, muchos cesacionistas tienen a menudo experiencias emocionales y espirituales muy profundas, por ejemplo, al conmoverse meditando en la belleza del evangelio, o al sentir el gozo que viene del Espíritu Santo o el gemido dentro de ellos anhelando el día en que no pequen más.
Con respecto a milagros y sanidades, si bien es cierto que los cesacionistas creen que el don de hacer milagros cesó y no hay quien sea intensamente usado por Dios para realizar prodigios como los registrados en el Nuevo Testamento, muchos creen que Dios, según Su voluntad, puede responder a nuestras oraciones pidiendo sanidad por nosotros o alguien más.
4. «Los continuistas están de acuerdo con X error”
Por último, hay quienes piensan que todos los continuistas están de acuerdo con los movimientos carismáticos, pentecostales y “neo-apostólicos”, con sus errores —como el “evangelio de la prosperidad”—, pero eso es falso.
No todos los continuistas son iguales y afirman cualquier clase de doctrina dañina y absurda promovida por falsos maestros. Debemos tener cuidado de no generalizar. “Juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).
Predicadores continuistas como Miguel Núñez, John Piper y muchos otros, han trabajado por la gracia de Dios contendiendo por la sana doctrina y llamando a las personas a dejar excesos y enseñanzas contrarias al evangelio y opuestas a la obra principal del Espíritu Santo de santificarnos en la verdad.
Un llamado final
Contendamos por la verdad (Judas 3). No seamos relativistas. Sólo puede haber una postura realmente correcta y bíblica en relación a la vigencia de los dones espirituales milagrosos, y debemos procurar tenerla. Sin embargo, eso no nos da derecho a debatir sosteniendo prejuicios y mitos.
Es mi oración que este artículo haya sido útil y que el Señor nos guíe a hablar estos temas en amor, con paciencia y sabiduría, recordando que nunca es bueno generalizar y que son más fundamentales las cosas que nos unen en Cristo que las que nos separan al hablar de dones espirituales.
Por último, si quieres conocer mejor sobre estos temas te recomiendo los libros Cómo entender la iglesia de Wayne Grudem (continuismo) o su Teología Sistemática completa, y Fuego Extraño de John MacArthur (cesacionismo; aunque te advierto que cae en algunas generalizaciones).
También pueden interesarte los artículos Por qué soy cesacionista y Por qué soy continuista, en Coalición por el Evangelio.
Publicado originalmente el 12 de diciembre de 2015.
Referencías