Inspirado por un reciente artículo de Russell Moore, me gustaría compartir contigo los cuatro libros (no-ficción) que cambiaron mi vida (a parte de la Palabra de Dios, por supuesto; nada se compara a ella).
Estos libros no son necesariamente los mejores que he leído, pero estoy muy agradecido a Dios por ellos y por cómo los usó para conducirme más a Cristo.
1. Mero cristianismo, de C. S. Lewis.
Este fue el libro que me mostró que la fe cristiana no se opone a la razón. Al contrario, es la incredulidad la que se opone verdaderamente a la razón.
Este es un texto para leer con discernimiento, ya que C.S. Lewis no era precisamente un teólogo reformado (él se describe a sí mismo como un aficionado). No obstante, cada día estoy más convencido de que este libro merece ser considerado un clásico moderno.
(Por cierto, creo que fue leyendo este libro que sentí por primera vez, y con seriedad en mi corazón, que quería ser escritor).
2. En pos de lo supremo, de Oswald Chambers.
Chambers tampoco era reformado (y si en verdad lo era, no es algo muy notable en este libro). Sin embargo, este clásico devocional fue tan decisivo en mi crecimiento espiritual, que su lectura selló una etapa de mi vida en la que Dios estaba formando ciertas convicciones en mí.
Este libro me habla en todas sus páginas que la fe cristiana es algo realmente serio, y que Jesús es realmente digno. Todavía lo leo de vez en cuando.
3. Radical, de David Platt.
Agradezco a Dios porque este libro haya llegado a mis manos en un momento en el que yo comenzaba a rechazar el “cristianismo” que la mayoría de las personas afirman en el mundo occidental (yo pertenecía a una congregación con énfasis en el evangelio de la prosperidad).
Radical fue usado por el Señor para confirmarme, mediante la exposición bíblica, que hay serias fallas en esa clase de “cristianismo” que nos rodea. Siempre que leo este libro soy confrontado a vivir más para Dios.
4. Sed de Dios, de John Piper.
Mi primera exposición a la teología reformada vino con Más vivo que nunca (también de Piper). Pero Sed de Dios fue crucial en mi camino a abrazar la soberanía de Dios sobre todas las cosas, las doctrinas de la gracia y la verdad de lo que Piper ha llamado “hedonismo cristiano”.
Nunca antes alguien había puesto frente a mis ojos una visión de Dios y la vida cristiana tan grande. Este libro saturado de la Palabra de Dios y buena exposición de ella, me ha enseñado que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él, y que eso cambia cómo vivo día a día.