Sed de Dios: Meditaciones de un hedonista cristiano, del pastor John Piper, es probablemente el libro que más ha impactado mi vida después de la Biblia. Antes de leerlo, nadie había puesto frente a mis ojos una visión de Dios tan descomunal y sobrecogedora.
Siempre entendí a qué se refería C.S. Lewis cuando decía, “Si encuentro dentro de mí un deseo que ninguna experiencia en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo”. Pero Dios usó a John Piper para ir más allá de lo que dice Lewis, y enseñarme la verdad de lo que Piper ha llamado “hedonismo cristiano”: Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él. Fuimos hechos para ser satisfechos en Dios y al vivir así, atesorándolo, vivimos y morimos para su gloria.
A continuación, solo cinco de las muchas cosas que aprendí leyendo este libro saturado de la Palabra. Espero que te sirvan como una introducción para profundizar más en el rol del gozo en la vida cristiana y los propósitos de Dios.
1. Nuestro propósito es glorificar a Dios por medio de disfrutar de Él.
Piper escribe que glorificar a Dios y disfrutar de Él no son actividades separadas en la adoración genuina. A fin de cuentas, “tenemos un nombre para aquellos que tratan de alabar sin encontrar placer en ello. Los denominamos hipócritas” (p. 17).
Si hemos de vivir para la gloria de Dios, entonces Él debe ser nuestro mayor deleite; por naturaleza adoramos aquello en lo que más nos deleitamos. Por ejemplo, cuando probamos un helado delicioso, no podemos evitar decir, “¡Qué buen helado!”. La alabanza genuina es fruto del deleite genuino. Cuanto mayor es el deleite, más intensa la alabanza. Por eso, “la meta del hedonismo cristiano es encontrar más placer en el solo y único Dios, evitando así el pecado de codicia, que es idolatría (Col. 3:5)” (p. 18).