Hoy en día hay personas que profesan ser cristianas y creer la Biblia, al mismo tiempo que “procuran” ser imparciales ante la homosexualidad, la bisexualidad y el travestismo. ¿Pero es realmente posible ser imparcial?
Te presento a Sofía (una persona imaginaria). Ella es una joven que dice ser cristiana y creer lo que Dios ha revelado en Su Palabra.
Lo curioso de Sofía es que tiene amigos en la universidad que son homosexuales, a pesar de que ella afirma que no apoya la homosexualidad. Ella mantiene amistad con ellos, pero nunca los confronta en amor y les anima a renunciar a ese patrón de conducta sexual y creer en Jesús.
Ella está aprobando lo que va directamente en contra de la Biblia, no está siendo luz y sal del mundo, siendo cómplice del pecado de sus amigos. Ella dice que es “imparcial” en esos asuntos, pero en realidad no lo es.
¿Será que no cree realmente lo que dice la Biblia?
Y como Sofía hay muchas personas. Incluso “pastores” y líderes “cristianos”
Hay “iglesias” en donde no se confronta la homosexualidad para nada. De hecho, hasta se permiten algunos miembros abiertamente homosexuales que no se arrepientan de ese pecado, ya que buscan ser “imparciales” en este tema tan incómodo para muchas personas. Pretenden no predicar ni en contra ni a favor.
Estas “iglesias” tampoco tienen problemas con la agenda de las organizaciones LGTB que quieren redefinir el matrimonio. Se quedan callados ante el ataque que están haciendo esas organizaciones a la verdad y la institución familiar. Y tal vez en esas congregaciones hay miembros que dicen que la posición del “pastor” y la congregación no los representa a ellos… pero ellos siguen permaneciendo en esa congregación y aprobando al “pastor”. Dicen ser imparciales, pero están totalmente lejos de serlo en realidad.
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Hoy hay líderes que profesan ser de Cristo, que ven que hay una revolución moral en nuestra cultura y que no luce agradable decir que la homosexualidad es mala. Así que deciden no tomar una posición pública al respecto para evitar problemas con muchas personas.
Cuando son invitados a los medios, y los reporteros les preguntan qué piensan sobre la homosexualidad, ellos responden: “Nosotros no tenemos una posición al respecto”, “No sabemos qué responder” o “No soy nadie para hablar de eso” porque temen más a los hombres que a Dios. No llaman al pecado por su nombre. No quieren sonar a favor de la homosexualidad, pero tampoco quieren sonar en contra. Al hacer eso, de forma implícita le dicen a la comunidad LGTB que no necesitan a Jesús. Les dicen que la Biblia no debe ser tomada en serio. Eso no es amarlos.
Como ya lo dijo el Dr. Albert Mohler: No tomar alguna posición pública en estos temas ES tomar una posición pública anti-bíblica. Trata de no tomar una posición acerca de temas LGTB, y estarás tomando una de complicidad.
Es imposible ser imparcial en este asunto y los ejemplos que mencioné atrás lo demuestran. Si ves que algo está mal y buscas ser imparcial, le estás haciendo un favor al mal y tu proclamación de amor a Cristo es una completa hipocresía.
Como cristianos necesitamos entender que parte de amar a nuestro prójimo homosexual es hablar la verdad sobre la homosexualidad con gracia e invitación al arrepentimiento. Todos necesitamos ser confrontados por nuestros pecados y colocar nuestra mirada en Jesús. Los LGTB también.