Muchos de los pasajes más duros en la Biblia son advertencias sobre la falsa seguridad de salvación (como mostraré más adelante). Si tales advertencias están en la Escritura, es porque la iglesia las necesita (2 Tim. 3:16-17).
A pesar de eso, en la actualidad hay congregaciones que, aunque dicen ser cristianas, en realidad la mayoría de sus miembros no lo son: No creen ni conocen el verdadero evangelio, y por tanto no dan frutos auténticos del Espíritu (Gál. 5:16-24). Eso es peligroso y alarmante.
A continuación, comparto resumidamente tres condiciones que considero claves en toda congregación llena de falsos cristianos. Es mi oración que tengamos más discernimiento para detectar tales problemas.
1. Ausencia de sana doctrina.
Una iglesia saludable es una sujetada a la Palabra de vida (Fil. 1:16).
Cómo he argumentado antes, la sana doctrina es crucial porque la gente nunca creerá el verdadero evangelio si no sabe lo que es, y una iglesia no podrá andar conforme al corazón de Dios si no conoce Su Palabra.
El púlpito es vital en este aspecto. Si un púlpito no está firme en la verdad, la congregación tampoco lo estará y el ambiente es más propenso a las conversiones no-auténticas. Es por eso que John Stott recomienda: “No se preocupe por quien entra y sale de la iglesia (local), preocúpese por lo que entra y sale del púlpito”. Recordemos lo que dice la Biblia:
“Te encargo solemnemente, en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por su manifestación y por su reino: Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción” (2 Tim. 4:1-2, énfasis añadido).
Cuando se predica la verdad, los falsos cristianos se irán eventualmente como las personas que abandonaron a Jesús cuando Él les habló la verdad (Jn. 6:66). Como J.I. Packer señala: “La predicación doctrinal aburre a los hipócritas, pero es la única que podrá salvar a las ovejas de Cristo”. Alguien que odia la luz no permanece cerca de ella por mucho tiempo (Jn. 3:20).
Tengamos presente que la predicación sin verdad no es amorosa, no importa cuán bonita o genuina se sienta o parezca (cf. 1 Cor. 13:6).
2. Pensar que todos los miembros son cristianos.
En la Biblia hay serias palabras sobre la falsa seguridad de salvación, y debemos compartirlas. Estas son algunas de ellas:
“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD’” (Mt. 7:21-23).
“Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba?” (2 Cor. 13:5)
Esas palabras son confrontantes, pero están en la Biblia porque Dios nos ama, y si amamos a las personas también las compartiremos. Es importante que afirmemos a otros en la fe, pero también es bueno que nos examinemos a nosotros mismos a la luz de la Palabra y que entonces alertemos a los demás de que es posible creer que se es cristiano y no serlo en realidad.
Un líder nunca debe asumir que todos en su congregación son salvos. Nunca debería callar estas advertencias que Dios ha hablado, a fin de que los no-cristianos se vean confrontados a arrepentirse de verdad y ser genuinos.
Como puedes ver, esta condición para una iglesia llena de falsas conversiones se deriva de la ausencia de sana doctrina, al igual que la siguiente condición.
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3. Tolerancia a lo que no se debe tolerar.
En la iglesia de Corinto había un hombre que tenía sexo regularmente con su madrasta y todos los sabían. El apóstol Pablo escribe a esa iglesia que deben sacar a ese hombre de la congregación, y que no deben relacionarse con quienes dicen ser creyentes pero viven como si no lo fueran (1 Cor. 5).
¿Por qué Pablo les dice eso? Porque no sacar a ese hombre sería peligroso, ya que fomentaría pecado en la congregación y eso no es amar. “¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (1 Cor. 5:6).
Los hipócritas se sienten bien en congregaciones que toleran lo que no deberían tolerar. Creen que así son salvos mientras en realidad viven apartados de Cristo, y se auto-justifican pensando “Bueno, las personas alrededor de mí también viven en pecado y dicen ser cristianas, así que mi forma de vivir no está mal”.
La tolerancia a lo que está mal no es amor, es consentimiento. Debemos juzgar de manera bíblica. Recordemos eso y apliquemos lo que la Biblia enseña sobre la disciplina en la iglesia, confrontar a nuestros hermanos en amor cuando es necesario y expulsar de la congregación a quien persista andar sin arrepentimiento verdadero. Recomiendo este libro en PDF gratis del ministerio 9Marks sobre el tema.
También tengamos presente que los falsos cristianos tal vez son el mayor obstáculo para el evangelismo. Ellos hacen más daño a la proclamación del evangelio que los críticos y ateos. Es por eso que, si amamos a los inconversos y queremos impactar al mundo, no aceptaremos entre nosotros actitudes persistentes que no honran a Dios, a fin de que como iglesia podamos testificar a Cristo con integridad ante el mundo.
Publicado originalmente el 25 de mayo de 2015.