Timothy Keller (1950 – 2023) ha partido con el Señor, luego de luchar con el cáncer de páncreas. Su énfasis en el evangelio y su centralidad para la vida cristiana, su apologética persuasiva y compasiva, y su pasión por ver a los cristianos impactar sus comunidades y ciudades han sido un regalo para la iglesia. Es uno de los pensadores que más han impactado mi vida y la forma en que busco servir al Señor.
La manera en que puede parecer más obvia su influencia está en su rol en el nacimiento de The Gospel Coalition (TGC), pues trabajo en Coalición por el Evangelio como Director Editorial. Keller fundó TGC, junto a Donald Carson, y tuvo un papel crucial en la redacción de su confesión y visión teológica para el ministerio. Dios lo usó para que TGC (y Coalición) pueda ser lo que es hoy y alabo al Señor por eso, por lo que su influencia está muy presente en el trabajo que hago todas las semanas.
Pero mucho más allá de eso, pocas personas han influido tanto en mi pensamiento y caminar como él. Por ejemplo, en libros como La razón de Dios y Encuentros con Jesús, aprendí no solo sobre la belleza de la fe cristiana y lo razonable que es. También aprendí un ethos en la manera de hacer interactuar con la cultura y presentar el evangelio que mantengo hasta hoy y quiero seguir cultivando. Keller escribía y predicaba como alguien que había asimilado y estaba siendo moldeado por el mismo mensaje que compartía. Por su parte, en libros como El Dios pródigo e Iglesia centrada, aprendí que nunca dejo de necesitar el evangelio y que el mensaje de Cristo es digno de estar en al centro de todo lo que hago. Estas son solamente algunas de muchas lecciones que nos deja.
Más adelante habrá tiempo para que podamos hablar más sobre la influencia de Timothy Keller y reflexionar en su legado. Mientras tanto, hoy es un día para lamentarnos por su muerte, pero al mismo tiempo para alabar a Dios por la esperanza que tenemos en Él y que predicó Keller. Hoy doy gracias a Dios por su vida y ministerio.
Gracias por cómo nos recordó que «el evangelio no es el ABC de la vida cristiana, es el A a la Z». Gracias por cómo nos hizo ver que «cada forma de ministerio es fortalecida por el evangelio, se fundamenta en el evangelio y es el fruto del evangelio». Gracias por cómo proclamó —y nos modeló cómo proclamar en nuestros días— la verdad de que «el evangelio dice que eres más pecador y defectuoso de lo que jamás te atreviste a creer, pero más aceptado y amado de lo que jamás te atreviste a esperar».