Son muchas las personas que toman un tiempo para leer la Biblia en semana santa y se congregan en estas fechas, no por amor a Cristo y agradecimiento y deseo de conocer más Su gloria, sino por legalismo y tradición.
Así que este breve artículo es un llamado. Es un ruego a que miremos más y más lo que realmente significa el evangelio, y que llamemos a más personas a que hagan lo mismo. Y es que ningún mensaje es más maravilloso que el evangelio.
El amor se mide por cuanto da y… “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10).
Esto es algo más grandioso de lo que podemos pensar, porque Cristo es infinitamente valioso. Tan glorioso, que Pablo llama al evangelio el “evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4). “Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio” (Isaías 40:16)… Pero Jesús es mucho, mucho más que suficiente para salvarnos.
¿Cómo la muerte y vida de una sola persona puede salvar a millones de un castigo eterno e infinito por sus pecados contra la gloria del Dios todopoderoso y soberano del universo?
La respuesta del evangelio es que esa persona, nuestro Señor Jesucristo, tiene un valor infinito. “… Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).
Cristo vino a rescatarnos de la ira de Dios pagando con su vida el precio de la deuda que tenemos ante Dios por nuestra rebelión. Él es nuestro redentor. Perdonarnos sin dejar a un lado la justicia tuvo un precio incalculable, y es así como sabemos que el amor de Dios por nosotros es incalculable.
Es mi oración que todos los días vivamos más y más como pecadores abrumados por esta verdad, el evangelio de la gloria de Cristo, y así la compartamos con otros pecadores.
Escrituras para mayor estudio: Colosenses 1:15-23; Romanos 3:21-31; Romanos 8:1-3,32; Filipenses 3:7-8.