Ha hecho proezas con Su brazo;
Ha esparcido a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Ha quitado a los poderosos de sus tronos;
Y ha exaltado a los humildes;
A LOS HAMBRIENTOS HA COLMADO DE BIENES
Y ha despedido a los ricos con las manos vacías.
Ha ayudado a Israel, Su siervo,
Para recuerdo de Su misericordia
Tal como dijo a nuestros padres,
A Abraham y a su descendencia para siempre (Lucas 1:51-55).
Uno de los temas más importantes para Lucas en el relato de la Navidad es cómo Dios pone al mundo de cabeza por la forma en que Él decidió traernos salvación. Vemos este énfasis en el canto de María, una alabanza poética llena de gratitud y gozo por la encarnación.
Si somos redimidos por el Hijo de Dios hecho hombre —quien se humilló y asumió la pobreza para salvarnos—, entonces la riqueza y el poder en este mundo, aunque pueden ser regalos de Dios, no son cosas tan valiosas como parecen serlo. Quienes en su orgullo idolatran el estatus y los bienes, aquellos que se sienten superiores por poseer tales cosas que no pueden salvar, son humillados por el evangelio y mostrados tan débiles como realmente son.
Por otro lado, la humildad y pobreza queda irónicamente revestida de valor al ser el ropaje con que el Hijo de Dios vino a nosotros, el contexto en donde Él muestra más Su gloria y también testifica de la atención de Dios hacia los pobres y débiles. ¡Él se hizo uno de ellos! Así que el evangelio confronta a los soberbios, quienes en realidad son pobres pues no pueden salvarse a sí mismos, mientras al mismo tiempo exalta a los humildes y pobres que pertenecen por gracia al pueblo de Dios.
En otras palabras, que Dios decidiera encarnarse y nacer como el bebé de una virgen pobre en una ciudad sin importancia, cumpliendo Sus promesas a una nación pequeña y conquistada y sin influencia global, revoluciona nuestra visión de la realidad. Nos muestra cómo nuestra era actual, donde reina el orgullo humano y su superficialidad, empieza a desvanecerse ante el sistema de valores del reino de Dios: un reino en donde no son bienaventurados los que se creen poderosos, autosuficientes y ricos, sino los que se reconocen pobres, los hambrientos, los que lloran y los que son perseguidos por causa del evangelio (Lc 6:20-23; cp. 4:43).
Si creemos en el Salvador que se humilló para hacernos bienaventurados conforme a Sus promesas, lo que reflexionamos aquí debe reflejarse en cómo vemos la vida en este mundo.
¿Cómo serían nuestras vidas si dejamos que el significado bíblico de la Navidad invierta la forma en que entendemos la riqueza y la pobreza, el poder y la debilidad, la grandeza y la pequeñez, el orgullo y la humildad?
Este devocional apareció primero en el libro digital Noticias de gran gozo: 25 reflexiones para celebrar el Adviento, disponible para descarga gratuita.