Pocas preguntas importan más para un creyente que la de este corto artículo.
Si puedo perder mi salvación, ¿cómo sé si no la he perdido ya, y cómo recuperarla en ese caso? ¿Cómo vivir confiado en el Señor mientras creo que puedo perderme de nuevo? ¿Debo completar de alguna forma la obra de Cristo por mí?
Por otro lado, si la salvación no se pierde, una vez que he sido salvado ¿tengo permiso para entregarme al pecado? ¿qué ocurre con quienes estuvieron en la iglesia, pero se apartaron del Señor?
Dios no ha callado al respecto. A continuación, quiero señalar al menos tres verdades que la Palabra de Dios enseña sobre esto:
1. Todo cristiano verdadero debe perseverar hasta el final.
Debemos perseverar en la fe para ser glorificados cuando Jesús regrese. Leemos esto en pasajes como Colosenses 1:22-23:
“… Él os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él, si en verdad permanecéis en la fe bien cimentados y constantes, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído…” (cp. 2 Tim. 2:12; Mar. 13:13).
El cristiano no tiene licencia para andar en pecado. Aunque los creyentes luchamos contra el pecado y podemos tener dudas de diversos tipos en nuestro caminar con el Señor, debemos perseverar en la fe a través de nuestras dificultades y batallas si hemos de pasar la eternidad con Cristo.
La verdadera pregunta ahora es, ¿cómo podemos nosotros, siendo tan débiles y pecadores, perseverar buscando la santidad? La respuesta es: Por la gracia de Dios obrando en nuestras vidas. De allí la siguiente verdad.
2. Todo cristiano verdadero es preservado hasta el final.
Todo cristiano genuino debe perseverar en la fe, pero perseveraremos porque Dios nos preserva, guardándonos de apartarnos definitivamente de Él.
El Señor terminará lo que inició en nosotros (Fil. 1:6). Jesús ha dicho que sus ovejas tienen vida eterna, jamás perecerán, y jamás serán arrebatadas de sus manos (Jn. 10:27-30). Pedro añade que somos “protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pe. 1:5).
Los cristianos perseveramos porque Dios nos guarda y conduce a vivir para Él. Como Pablo escribió, “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito” (Fil. 2:12-13; cp. Heb. 13:20-21).
3. Todo cristiano verdadero perseverará hasta el final.
Si toda oveja del Buen Pastor será guardada hasta al final, un cristiano nunca perderá su salvación. Un verdadero creyente, aunque puede tener serias caídas en su caminar con el Señor, jamás se apartará definitivamente de Él.
Por eso Pablo escribe que “a los que [Dios] predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó” (Rom. 8:30). Todo verdadero creyente será glorificado. El Dios que dio a su Hijo por nosotros, ¿cómo no nos dará la perseverancia para culminar la carrera que tenemos por delante? (Rom. 8:32).
Por tanto, alguien que “pierde su salvación” en realidad nunca la tuvo. “Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo” (2 Jn. 1:9).
Esta enseñanza debe llevarnos a examinarnos para entender si en verdad somos creyentes (2 Co. 13:5). Si por la gracia de Dios lo somos, esta doctrina debe conducirnos a tener una esperanza avivada, con agradecimiento hacia Dios.
Mientras llega el día en que veremos a Cristo y seremos como Él, seguimos procurando la santidad sin la cual nadie verá al Señor y así se evidencia que realmente hemos creído para salvación (1 Juan 3:1-3). El Señor nos tiene en sus manos y nunca nos soltará. A Él sea la gloria por siempre.
Para leer mi respuesta breve a las objeciones comunes a esta doctrina, entra aquí.
Este artículo fue publicado originalmente el 7 de septiembre de 2017.