»… De la abundancia del corazón habla la boca.» Lucas 6:45. (Otra forma de decir que de la abundancia del corazón se hacen tweets y estados en Facebook)
Me entristece ver a jóvenes y personas de mi propia iglesia* actuar como cristianos en la iglesia, y luego actuar como si fuesen personas distintas en Internet. De por sí es triste ver a personas, digan ser cristianas o no, que viven una doble vida. Me entristece porque el viejo Josué era así, y ahora que veo hacia atrás, sé lo que se siente ser tan ciego y sediento de cosas efímeras.
No necesitas caerle bien al mundo. No necesitas que te quieran por lo que aparentas que eres. Si te avergüenzas del evangelio es porque aún no lo conoces (Romanos 1:18) y cuando lo conoces, quieres exaltar a Dios en las cosas que hagas, vivir para Él, y permitir que Cristo sea luz en el mundo a través de ti (Mateo 5:14), llenándote de su amor y dándote toda bendición espiritual (Efesios 1:3).
Ese paquete de toda bendición espiritual, incluye palabra de sobra para dar y dominio propio. ¿Te lo vas a perder? ¿Te vas a perder la oportunidad de conocer a Dios, cada día más y más, y de los privilegios que eso conlleva? Con Cristo no tienes nada que perder.
Amar a Dios, y amar al prójimo, son los mandamientos principales. Querer agradar a Dios es parte de amarlo. Querer agradar a Dios también comienza cambiando tu forma de escribir en las redes sociales. A veces se predica más con la actitud que con las mismas palabras que digas (1 Juan 3:18). ¿Te importa lo que diga el mundo de ti, o lo que diga Dios? (1 Juan 2:15).
Cuando permitimos a Dios que cambie nuestra actitud (Estamos tan mal, que Él prefiere hacernos nuevas criaturas en vez de repararnos, 1 Corintios 5:17), empezamos a reflejar su amor hasta en las redes sociales sin necesidad de estar escribiendo estados cristianos cada 5 minutos, sino simplemente manteniendo tu perfil limpio, por ejemplo. En esto estamos amando al prójimo porque le estamos dando el ejemplo. Les estamos mostrando el camino que es Cristo.
El mundo nunca te amará como te ama Dios. El mundo es hipócrita y esto te lo digo por experiencia, y sé que mucha gente más sabia y/o adulta que yo estará de acuerdo con esto. Cuando conoces a Dios y tienes a Cristo, tienes todo lo que necesitas y todo lo que importa. Todo viene por añadidura cuando buscas su reino (Mateo 6:33).
El que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió.” (1 Juan 2:6)
Dicen por allí que la imitación es la mayor muestra de admiración. ¿Qué tal si imitamos más a Cristo en las redes sociales y en cada cosa de nuestras vidas? No lo hagas con tus fuerzas, hazlo con las de Él (Filipenses 4:13). Obviamente, vamos a fallar muchas veces. Sin embargo, Dios siempre tiene misericordia de nosotros. Dios te ama.
Es valido pecar (somos humanos), pero no practicar el pecado (1 Juan 5:18). Fallar a propósito es despreciar el amor de Dios. ¿Practicas cosas malas en las redes sociales, al punto de que se te hacen habituales? ¿Tienes la valentía de reconocer tus errores y aceptar que necesitas a Cristo?
El otro día vi mis estados del Facebook de hace años atrás y tuve lástima del viejo Josué. Un consejo: No escribas cosas en Internet de las que te avergonzarás algún día. Este consejo lo aprendí de la forma ruda porque soy un terco, y a veces Dios tiene que hablarme crudamente.
La salvación viene por creer en Jesús, no por no pecar (Juan 3:16). Es el creer a Jesús lo que nos impulsa a llevar una vida de santidad que busca agradarle incluso en las redes sociales. Si estás haciendo algo mal, y te volviste practicante del pecado, ya sea egocentrismo, vanidad, mentira, o cualquier cosa, la solución es que fijes tu mirada en Cristo (Isaías 45:22) y te dejes sorprender y llenar por Él.
Si dices ser cristiano y no estás exaltando el nombre de Cristo, o procurando no estropear la predicación del evangelio, es porque no estás mirando a Cristo como deberías. Seguramente estás mirando a la idea que tú tienes de Él, en vez de verlo.
Jesús se entristece cuando lo olvidas, y sin embargo, Él igual te ama, y es porque te ama, que no quiere seguir viéndote darle importancia a lo que la gente piense de ti. No quiere verte sediento de cosas que nunca te llenarán, y por eso te ofrece su amor que todo lo llena (Isaías 55:2 y Juan 6:35).
A veces tenemos hambre de muchas cosas: Pareja, popularidad, dinero, amistades, fama, cosas lujosas, etc. Nada de eso está mal siempre y cuando sepamos administrar esas cosas. Sin embargo, a veces nos esforzamos taaaanto por esas cosas que no son tan transcendentales como el amor y la gracia divina de Dios, que nos olvidamos de Jesús.
Debemos “comer” a Cristo si queremos plenitud (Juan 6:35), y siempre hay más y nos sobrará para repartir. El lugar que Dios se merece en tu vida es el primero. ¿Se lo estás dando incluso en las redes sociales?
Al evangelio le hacen más daño los cristianos a medias, que las críticas mordaces de ateos y terceros. No estropees la predicación del evangelio a cambio de atención, “me gustas”, y sentirte cool. En realidad, nada de lo que tienes es realmente cool.
Esto te lo dice alguien que tiene (antes tenía tal vez un poco más) mucha atención en Internerd, y que muy probablemente tiene más seguidores en Twitter que todos los que tienen todas las personas que conoces en persona, juntas (Una vez leí que menos del 1% de la gente en Twitter tiene más de 150 seguidores o algo así). Te diré qué es realmente cool: Tenerlo todo en Cristo. Al no saber esto, no tienes ni idea de lo que estas perdiendo.
Si eres un cristiano genuino y resulta que le caes mal a muchas personas del mundo, significa que estás haciendo las cosas bien. Ser cristiano y ser «cool» para todo el mundo al mismo tiempo, es una contradicción absoluta. Estamos llamados a marcar la diferencia, no a seguir las tendencias que siguen los demás. Si caemos en los patrones del mundo, ¿Cómo Dios nos va a usar para guiarles a un mejor lugar? De la misma forma, estamos para amar y no para esperar recibir amor a cambio.
Ya tenemos todo el amor y con eso nos debe bastar y hasta sobrar para dar (1 Juan 4:8). El problema está cuando nuestro orgullo nos lleva a no querer aceptar lo que ya tenemos en Cristo, y eso nos lleva a hacer las cosas a nuestra manera para obtener otro “amor” por nuestros propios medios (sentirnos queridos), y ese “amor” de las demás personas obtenido a nuestra manera, nunca nos va a llenar. El problema viene cuando desviamos la mirada de Dios y la clavamos en lo que creemos que podemos hacer nosotros.
¿Sabes que necesitas? Nacer de nuevo (Juan 3:3). Nacer de nuevo es algo perpetuo y eterno. ¡Todos los días estoy naciendo de nuevo! Es algo que siempre está ocurriendo una vez que estás con Cristo. Acéptale y Él hará la obra en ti. A medida que eso ocurra, Él se te revelará más aún. Cuando eso pase, querrás soltar lo que mantiene ocupadas tus manos (tu “yo”) para abrazarlo a Él, porque Él lo vale todo.
Puedes imitar a Cristo porque cuando creemos en Él, nos hace libres de cosas que estropean nuestra integridad y nuestra mente, para poder darnos la habilidad de reflejar su amor en el día a día, incluso en las redes sociales.
El problema está cuando Él nos hace libres, y nosotros decidimos quedarnos con las cadenas puestas por puro orgullo. Cuando estamos con Cristo, somos libres de lo que opinen los demás. Si te importa lo que digan terceros de ti, eres una persona esclava mentalmente (ya que en realidad eres libre pero no gozas esa libertad) y siento lástima por ti. Solo con Cristo experimentarás una libertad plena, cada vez más y más.
La unción de Dios ya está en todo aquel que cree en Jesús ¡Y muchas veces lo olvidamos! (1 Juan 2:27). Es como cuando tenemos plata en el bolsillo, y se nos olvida que tenemos plata en el bolsillo, y dejamos de comprarnos algo que queremos por creer que «no tenemos plata».
Ya tienes la unción de Dios en ti. Si tienes a Cristo, tienes la habilidad de imitar a Cristo. Entonces solo hazlo y punto. Tener a Cristo es tenerlo todo. Cuando caminas con Dios, ya tienes su luz en ti (Mateo 5:14). Simplemente brilla y ya. Créelo y ponte manos a la obra.
Reflejar su amor y buscar agradarle es un privilegio que se nos es dado a quienes lo tenemos todo en Cristo. Disfrutar de este privilegio, es también exaltar el nombre de Dios. Dios no te necesita para hacer las cosas que Él quiere hacer. ¡Tú necesitas que Él te use! Poder reflejar a Cristo es tremendo honor.
Parecerse cada día más a Cristo (incluso en las redes sociales) es la dicha, el deber, el honor, la misión, la responsabilidad, la alegría, y la consecuencia natural de ser un verdadero cristiano valiente, que no se ata a lo que digan los demás y que realmente conoce a Dios.
Las cosas que más defiendo y profeso, son esas a las que más resistencia puse cuando querían entrar en mi corazón. Por eso es que hablo tanto de Dios. Ojala yo no le hubiese puesto tanta resistencia a las cosas de Dios desde el comienzo.
Mi mayor anhelo al escribir todo esto, es que busques más de Dios, que creas en Cristo, y te dejes maravillar y llenar por Él. Solo así podrás darle amor de calidad a un mundo que tanto lo necesita.
Si aún no conoces a Jesús, puedes empezar el mayor viaje de tu vida con tan solo una oración aceptándolo como tu salvador. Si ya lo aceptaste, ¡Descubre ese todo que ya tienes en Él! Dios te bendiga más y más cada día.
* Cuando digo “personas de mi propia iglesia” me refiero a todas las personas que dicen ser cristianas en todo el mundo y también, lógicamente, me refiero a gente de mi propia congregación.