Hace días compartí un post en el cual expliqué qué es la apologética cristiana, por qué importa y cuál es su propósito (Léelo aquí).
Ahora compartiré contigo algunos consejos valiosos al defender tu fe una vez que sabes cuál es el propósito de eso.
1. Explica por qué confiar en la Biblia.
No está mal citar la Biblia al defender nuestra fe.
La fe viene por el oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17), así que es bueno que ella abunde en lo que hablamos porque tal vez Dios les conceda fe a las personas que nos escuchen (2 Timoteo 2:25).
Lo que está mal es no explicar por qué confiar en la Biblia cuando usamos la Biblia para defender nuestra fe.
Por ejemplo: Cuando la gente te pregunte por qué crees que Dios es el creador de todas las cosas, no basta citar Génesis (si decides responder citando la Biblia). Necesitas explicar por qué debemos creer lo que dice Génesis.
Muchas personas no-cristianas asumen que tratar de probar la realidad del cristianismo citando la Biblia es como tratar de probar la existencia de Superman citando un comic, y asumen eso porque nadie les ha explicado qué diferencia a la Biblia de todos los otros libros.
Aquí explico brevemente qué hace a la Biblia única. Te será útil para aprender lo básico que te servirá al explicar por qué debemos creer lo que dice la Biblia.
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2. Pon a prueba lo que creen los no-cristianos y escépticos.
La apologética no solo es defensa. También involucra ofensa al demostrar que todas las cosmovisiones no-cristianas son falsas.
Por eso me gusta esto que habla John Piper en un apéndice de su libro Deseando a Dios:
“Siempre que un cristiano conversa con alguien que no es cristiano acerca de la verdad de la fe, cada petición de pruebas por parte del no-cristiano para demostrar el cristianismo debería ir respondida con una petición igualmente seria de pruebas que demuestren la filosofía de vida del no cristiano. De otra manera damos la falsa impresión de que la cosmovisión cristiana es provisional e incierta, mientras que las cosmovisiones más seculares son estables y seguras y no tienen necesidad de justificarse desde el punto de vista filosófico o histórico. Pero no es así.
Muchas personas que exigen que los cristianos demostremos nuestras afirmaciones no se exigen lo mismo a sí mismos. Se da por supuesto que el escepticismo secular es razonable porque está extendido, no porque esté bien argumentado. Deberíamos insistir sencillamente en que la controversia ha de ser dirigida con igualdad. Si el cristiano tiene que proporcionar pruebas, igual los demás”
Lo que dice Piper es verdad. He aprendido que si nos preparamos bien para defender nuestra fe y poder regresar la pelota al otro lado de la cancha de la conversación con elegancia, no tendremos nada que perder. Más bien, tendremos mucho por ganar porque Dios (y la Biblia, y nuestra fe) siempre tiene la razón.
Así que pon a prueba lo que creen los no-cristianos y escépticos luego de responder a las preguntas y demandas que te hagan. Esta técnica de devolver la carga de defender la posición que se tenga, me ha servido incluso en debates con otros cristianos sobre algunos puntos doctrinales.
Muchas personas en realidad no saben por qué creen lo que creen. Con frecuencia he visto como las personas, al tratar de defender sus malas posturas, se dan cuenta de sus errores y, o tratan de disimularlo y abandonan el debate, o admiten que estaban equivocados y se muestran abiertos a aprender la verdad.
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3. Trata a tu prójimo como quieres ser tratado.
La apologética no tiene que ver solo con la respuesta que damos, sino también con nuestra actitud y carácter al responder y vivir.
“… santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo” (1 Pedro 3:15-16)
Estas son algunas implicaciones de tratar al prójimo como quieres ser tratado al defender tu fe:
- Sé humilde y amable en la forma en que tratas a tu prójimo. Habla como un pecador salvado por gracia y no como un intelectual presumido y no transformado por la verdad del evangelio.
- Procurar evitar falacias (argumentos falsos) de cualquier tipo. Dios no es adorado cuando las usamos en vez de responder con firmeza. Además, al usar argumentos falsos no respetamos al prójimo ni lo tratamos con amor. En Wikipedia puedes leer algunas falacias y en qué consisten para que no las uses y las puedas detectar cuando las usen contra tu fe.
- Sé paciente con los demás porque Dios es paciente contigo. Muchas personas te lo agradecerán.
Recuerda que amar al prójimo es tratarlo como queremos que nos trate (cf. Gálatas 5:14).
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4. ¡Busca anticipar las críticas, preguntas y respuestas!
Un buen maestro se adelanta a las preguntas o críticas que alguien pueda lanzar a lo que él diga, y así demuestra sus argumentos con contundencia, además de que hace muy difícil que los demás puedan usar falacias contra su posición.
En la Biblia vemos eso varias veces. Por ejemplo, mira la forma en que Pablo enseña en la epístola a los Romanos (Dale un vistazo a los capítulos 3 y 9 de esa carta). Con frecuencia ves a Pablo adelantarse a las preguntas que el lector pueda hacerse y responderlas.
Cuando respondes las preguntas de alguien que te escucha, mientras te escucha, antes de que te lance la pregunta que tiene en mente, estás un paso por delante de esa persona y eso es bueno porque así le muestras lo sólida que es la fe cristiana.
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