«El conocimiento envanece, pero el amor edifica» (1 Cor 8:1b)
Me gusta aprender un montón. Soy de esos tipos raros que procuran estudiar la Biblia a diario y se devoran muchos libros.
Sin embargo, cuanto más aprendo de Dios, más aprendo que de nada me sirve saber muchas cosas si no tengo amor. Creerse super-cristiano por conocer mucho es prueba de que se conoce poco.
Lo sé por experiencia.
A propósito del conocimiento bíblico.
Con el tiempo Dios me llevó a la conclusión de que el propósito de conocer las cosas que nos resultan en principio muy complicadas sobre Él, no es la satisfacción intelectual o el aumento de nuestro ego. El propósito del conocimiento es más que eso. Es amor. Es adoración.
Si tienes el don de pensar mucho y ser ágil conociendo la teoría sobre Dios, el pensar mucho y ser inteligente de nada te sirve si no te lleva a amar más a Dios y a las personas.
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Es imposible conocer de verdad a Dios y no amar cada día más. Si no tenemos amor, es posible que no hayamos tenido una revelación verdadera de Jesús en Su palabra. Es posible que seamos como los fariseos: Conocedores de muchas cosas pero ciegos a la luz.
Admito que esto también lo sé por experiencia.
Jesús no es una cosa a la cual estudiar
“Jesús no es una cosa a la cual estudiar, sino una persona a la cual amar”Tweet This«Jesús no es una cosa a la cual estudiar, sino una persona a la cual amar» — Paul Washer.
Cristo no es solo para ser estudiado, sino para ser adorado por cada uno de nosotros porque solo Dios puede satisfacer nuestra sed espiritual. Fuimos hechos para Él (Colosenses 1:16).
Es muy diferente ver a Jesús como un mero objeto de estudio, que ver a Jesús como quien es y por eso querer saber cada día más de Él.
Es distinto secuestrar a una persona y tratar de meterla en un laboratorio para aprender sobre ella, que tener una relación de amor con esa persona y de esa manera conocerla. Con frecuencia muchos quieren hacer lo primero con Jesús en vez de hacer lo segundo.
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El punto es que muchas personas conocen que Jesús es el Señor, y saben doctrina, pero aún así están apartadas de Él por la dureza de sus corazones (Mateo 7:21-23). Necesitamos tener el amor de Dios derramado en nuestros corazones porque solo así podremos amar y vivir en gozo (Romanos 5:5).
Tengo que confesar que entender esto ha sido retador para mí. El amor siempre debería hacernos humildes; nunca orgullosos.
Te lo cuento porque quiero vivir de la manera en que Jesús quiere que yo viva y quiero que tú también lo hagas. Esa es mi oración.
«Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy». (1 Corintios 13:2)