Clama por sensibilidad ante pecado.
No es la ausencia de pecado, sino la tristeza por él lo que distingue al verdadero hijo de Dios
— A.W. Pink
Ya he hablado sobre la importancia de orar cuando hemos pecado. También sobre orar para no pecar. Sin embargo, ahora quiero hablarte sobre lo esencial que es orar para que Dios nos enseñe a odiar cada día más nuestros pecados y nos muestre los que nos son ocultos.
El otro día estuve leyendo algo interesante. Resulta ser que los antiguos puritanos oraban por algo que me atrevo a pensar que la mayoría de los cristianos no oran el día de hoy.
Ellos le pedían a Dios el “don de las lágrimas”. Le pedían a Dios que les mostrara qué cosa andaba mal en ellos y que pudieran llorar por sus pecados al ver la realidad de ellos. Le pedían a Dios: “no dejes que seamos indiferentes ante nuestro pecado”.
La convicción de pecado es una de las experiencias más extrañas en alguien y es la puerta del entendimiento del amor de Dios, ya que la base del cristianismo es el arrepentimiento.
“El arrepentimiento siempre lleva a la persona a este punto: ‘He pecado’. La evidencia más segura de que Dios está obrando en tu vida es cuando dices estas palabras en serio”
— Oswald Chambers.
Necesitamos orar por convicción de pecado. Pedir el don de las lágrimas. ¿Alguna vez le has pedido eso a Dios?
Cuando leo la Biblia, veo que en los Salmos también se pide por ese don (solo que con otras palabras). Por ejemplo, en el Salmo 139, David dice:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (23-24)
El señalamiento del camino de perversidad en nosotros nos hará llorar. Ese llanto es bueno. Mira:
«La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación» (2 Corintios 7:10).
Eso me hace recordar también a la siguiente bienaventuranza que dijo Jesús:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4)
Aquí Jesús nos habla de quienes lloran por las injusticias y por sus pecados. Dios enjuagará cada lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). Llorar es una bendición cuando lloras por odio a tu pecado. Creo que eso es matar las obras de la carne en ti desde la raíz.
Eso glorifica a Dios porque lo hace lucir tan maravilloso como Él realmente es. ¡Así que esa es una oración que Él quiere responder!
De la misma manera en que la princesa del cuento “La princesa y el guisante” es muy sensible ante un guisante debajo de un montón de colchones sobre los cuales se acuesta, y por culpa de ese guisante no puede dormir y así demuestra que en verdad es una princesa, una característica de los hijos de Dios es una creciente sensibilidad ante nuestros pecados sin importar cuan pequeños parezcan (en realidad no existen los pecados pequeños).
Clama por sensibilidad ante tus pecados. Pide a Dios el don de las lágrimas. La manera en que Él nos da ese don, es mostrándonos Su amor y dándonos gozo mediante Su Palabra, para que realmente sepamos qué es pecar y odiemos nuestros pecado. En otras palabras, persigue el gozo que Cristo te ofrece.
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Conoce la voluntad de Dios para tu vida.
(Esto está relacionado con lo que te dije en la primera parte sobre llenar nuestras mentes de la Palabra de Dios)
“Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1)
Ten presente la sangre que Jesús derramó. Verás que la gracia no es una excusa para pecar, sino una razón para no hacerlo.
Cuanto más conocemos los decretos de Dios para nuestras vidas, aquellas cosas que sucederán pase lo que pase porque Dios ha dicho que pasarán y Él las hará, y cuanto más conocemos que hemos sido predestinados para ser hechos conformes a la imagen de Jesús, más motivación tendremos para seguir los mandamientos de Dios. (Te invito a leer Romanos 8 ya que ese capítulo habla mucho sobre el propósito de Dios para nosotros).
La vida del cristiano es una vida de agradecimiento hacia Dios. Crecer en santidad es el efecto de nuestra justificación. Piensa esto a la luz de la Palabra. Abraza la verdad del amor de Dios con todas tus fuerzas y ten tu fe en Cristo y su obra consumada.
Es IMPOSIBLE conocer el amor de Dios y no odiar cada día más el pecado. Conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas nos impulsa a obedecerlo y amarlo. Por esa razón Steven Lawson están en lo cierto cuando dice:
“Tu vida cristiana no progresará más allá de tu conocimiento de la Palabra de Dios”
Confiesa.
“Las personas que ocultan sus pecados no prosperará, pero si confiesan y se convirtieren de ellos, ellos recibirán misericordia” (Proverbios 28:13)
La Biblia habla mucho sobre lo importante de confesar nuestros pecados a Dios (Él ya los conoce pero nosotros necesitamos reconocerlos ante Él), pero también dice mucho de confesarnos nuestros pecados los unos a los otros.
“En la iglesia no hay llaneros solitarios”. Esa frase es muy popular y es muy cierta. Dios nos hizo para que estemos en comunidad. Juntos debemos exhortarnos y ayudarnos a vivir como Dios quiere que lo hagamos y necesitamos hacerlo.
Confiesa tu pecado. No te encierres. Callar te hará daño y el diablo intentará persuadirte con todas sus fuerzas para que no acudas a la ayuda de tu prójimo. Y es que un gran paso para hacer morir un hábito pecaminoso en tu vida es confesarlo a un hermano cristiano que pueda ayudarte.
Por supuesto, si vas a acudir a alguien, acude a alguien que en verdad conozca la Palabra de Dios, que dé frutos que lo glorifiquen, que tenga más experiencia que tú y que tenga sabiduría para ayudarte.
“Mientras más privado es el pecado, más peligroso es”.
— John MacArthur
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Recuerda lo corta que es tu vida en la tierra.
«El tiempo es corto. La eternidad es larga. Es razonable que vivamos esta breve vida a la luz de la eternidad”
— Charles Spurgeon.
David oraba a Dios para que Él le recordara lo corta que es su vida en la tierra (Salmos 39:4). Esa es una oración que tú y yo necesitamos hacer a diario.
Nuestros días son cortos y todas las formas de desperdiciarlos se resumen en pecar. Pecar es estúpido. Pecar consume tiempo valioso y te quita energías a la vez que atrofia tus sentidos gustativos espirituales.
No tires a la basura los días que Dios te ha dado para que los vivas para Su Gloria. Y Recuerda: «No existe un pecado que el cristiano no pueda vencer, si descansa en Dios para hacerlo» (Spurgeon). Y es que Cristo en la cruz condenó al pecado en nosotros (Romanos 8:3).
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