Piensa en lo orgulloso que es pecar.
«Una gran ayuda en la tentación es recordar que el pecar es más que romper una regla. Es entristecer a una Persona que nos ama más allá de toda medida»
— Paul Washer.
Cuanto más comprendemos realmente qué es el pecado, más lo vamos a odiar. Por eso es importante saber que pecar es decir “Quiero esto (X cosa) aquí, ahora y a mi manera; no a la manera que Dios ha dicho”.
Eso es lo más orgulloso que podemos decir y lamentablemente eso es algo que decimos a diario a través de acciones pequeñas o grandes.
El pecado siempre se resume en despreciar a Dios: La persona de la cual dependemos más de lo que podemos imaginar… Y eso nos hace más daño a nosotros que a Dios.
El orgullo y el pecado nunca han hecho feliz a alguien. Pensar en esta verdad es algo que Dios usará para mostrarte lo asqueroso y horrible que es el pecado y aumentar tu deseo por Él.
Ora.
Esto suena obvio, ¿no? Sin embargo, es lo que la mayoría de la gente no hace. Ninguna actividad en la vida cristiana es más subestimada que la oración. EPIC FAIL.
La Palabra de Dios habla mucho sobre la importancia de orar cuando hemos pecado. Mira esto:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:7-9)
“… ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos” (Hebreos 4:14-16 NTV)
Estoy plenamente convencido que si luego de que hemos pecado acudimos en oración a Dios, Él nos hará odiar cada día más nuestro pecado. La oración es usada por Dios para moldear nuestros corazones y hacernos amarlo y disfrutarlo cada día más.
Además, mediante la oración Dios nos aparta de próximos pecados. John Bunyan da en el blanco cuando dice:
“La oración hará que un hombre deje de pecar, o el pecado hará que un hombre deje de orar”.
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Piensa que ningún pecado que haces te perjudica solo a ti.
Piensa que tus acciones privadas afectan a las personas a tu alrededor y pensarás bien. Pondré como ejemplo el caso de una persona adicta a la pornografía. El hombre que peca viendo pornografía y masturbándose:
- Aprende a ver a las mujeres de forma incorrecta y a no amarlas, lo cual afectará sus relaciones con esas personas y las herirá de alguna manera.
- Desperdicia dinero y tiempo al ver pornografía. Tiempo que podría usar para lo correcto.
- Si es joven, no está valorando lo que sus padres hacen por él al ayudarle en los estudios, etc…
- Contribuye a una industria que hace daño hasta a las personas que trabajan en ella. (La pornografía nunca es gratis en Internet debido a la publicidad en los sitios porno).
- Tendrá menos energía para hacer lo correcto y eso afectará su entorno.
- Se distraerá en su trabajo y no servirá bien al prójimo.
- Si está casado, su matrimonio está marchando directo al desastre.
- Un largo etcétera…
Este es un ejemplo de cómo el pecado de ver pornografía afecta también a otras personas aparte del que peca, pero el mismo ejercicio de identificar “daños colaterales” a TODOS los otros pecados existentes también se pueden realizar.
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¿Amas a tu familia y a las personas a tu alrededor? No solo renuncia a los pecados que visiblemente los afectan a ellos, sino también a los pecados que aparentemente solo te afectan a ti. Esos pecados son algo que crecen entre las sombras, y cuando han llegado a cierto tamaño en adicción y ejercicio, son más destructores y asesinos.
Te cuento esto para que aumente tu odio por el pecado, pero ahora quiero contarte algo mucho más importante.
¿Y si dejas de pensar en no pecar?
“Ser un cristiano es menos acerca de evitar el pecado cautelosamente y más acerca de hacer la voluntad de Dios valientemente y activamente”
—Dietrich Bonhoeffer.
El pecado siempre parece una buena idea cuando estás aburrido o sin hacer algo realmente útil (Si no me crees, pregúntale a David). Dedícate en cambio a perseguir la voluntad de Dios.
Huye del ocio. Huye de estar mucho tiempo solo con la computadora. Saca el televisor de tu habitación (y véndelo porque no sirve para nada). Compra libros que te edifiquen y léelos en vez de estar sin hacer nada realmente bueno.
He aprendido que cuando estoy enfocado en hacer mis tareas y en vivir para Dios con todas mis fuerzas, no tengo tiempo ni energías para pecar. Es así como por la Gracia de Dios he vencido hábitos pecaminosos que eran muy fuertes en mí… ¡Y lo hice sin andar pensando en cómo vencerlos, sino en vivir para Cristo!
Tal vez este sea el mejor consejo que puedo darte sobre cómo matar el pecado.
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El diablo siempre buscará que estés ocioso para que peques y crees el hábito de hacerlo. Siempre querrá distraerte de hacer lo correcto. Si caes en su trampa, la culpa es tuya. Aunque Dios nos está santificando y nos ha limpiado de pecado, hay deseos pecaminosos en nosotros aún. Así que no debemos jugar con fuego. No confíes demasiado en ti. Huye del ocio y abraza lo bueno. Jesús es mejor que cualquier otra cosa.
Enfócate en hacer la voluntad de Dios con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y los hábitos pecaminosos que están en tu vida serán destruidos por el poder de Jesús obrando en ti.
“La manera de crecer en fuerza contra el pecado es alimentar nuestra relación con Cristo y mientras tanto mueren de hambre nuestros deseos por el pecado”
— R.C. Sproul
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