20 frases de mi libro sobre conocer a Dios todos los días

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El cristianismo no se trata de descubrir a Dios. Se trata de que Él se nos reveló y manifestó en Jesucristo, y de que no lo merecíamos.
Cristo te ama a pesar de que te conoce más de lo que tú crees que te conoces.
Dios desea que lo amemos y eso sucederá espontáneamente cuando lo conozcamos.
Yo solía dar el consejo “Sé tú mismo” a las personas, hasta que aprendí un consejo mejor: “Sé más como Jesús”.
Mucha gente habla sobre buscar a Dios como si Él estuviera jugando a las escondidas. Yo me pregunto: ¿Qué tal si en vez de buscar a Dios, nos dejamos encontrar por Él?
Dios no desea que le adoremos porque tengamos que hacerlo, sino porque queramos hacerlo por contemplarlo.
Cada persona tiene sentidos y un alma para sentir y conocer, y el propósito principal de ello, el propósito de todo lo que somos, es que conozcamos a Dios.
Cada instante, pueda parecer bueno o malo, es una oportunidad para conocer más a Dios y adorarle con todo lo que somos. Si no lo haces, la culpa no es de Dios.
Cuando empezamos a conocer a Dios, somos capaces de dejar a un lado todo aquello que tenemos en nuestras manos, para así poder tomar más a Dios.
Dios te ama, pero perdonarte tuvo un precio más caro del que puedes llegar a imaginar. La agonía de la cruz era necesaria y es la única base sobre la cual Dios puede perdonar tu pecado y el mío.
No puedes seguir a Jesús al menos que Él sea lo más importante para ti. Es entonces cuando Él te puede edificar porque le puedes oír. Le puedes seguir sin mirar atrás ni escuchar otras voces.
Jesús suena radical cuando dice que tenemos que darle el primer lugar a Él por encima de nuestros seres queridos, pero sucede que cuando lo amamos a Él sin medida, podemos amar a nuestro prójimo porque Él nos da amor puro por los demás.
Este lugar no es nuestro verdadero hogar. De alguna manera, a veces percibimos que debe haber algo más para lo cual existimos y en realidad lo hay. Es Dios. Él quiere llenar todo vacío en ti.
Ser cristiano es dejar de pretender vivir para ti, porque cuando vives para los propósitos eternos de Dios y para amar al prójimo, tu vida sí vale la pena vivirse.
Cuando le pedimos a Dios algo que no nos conviene, algo que va en contra de Su Palabra aunque no lo notemos, le estamos pidiendo que nos ame menos. Eso es algo que Él nunca hará.
Dios no quiere saciar nuestros apetitos dañados ni darnos todo lo que creemos que nos vendrá bien. Él quiere que descubramos y anhelemos lo grande que es Jesús, y para eso quiere darnos nuevos apetitos. Eso es lo que significa nacer de nuevo.
Cuando posees a Cristo, lo que no posees no lo necesitas. Y es que la vida eterna consiste en abrir el baúl del tesoro que Dios quiere que tengas y descubrir que ese tesoro no tiene final.
Jesús es Dios acercándose a nosotros como jamás se nos pudo haber ocurrido.
El amor de Dios no tiene límites. La agonía del calvario, la crucifixión de Su hijo por ti y por mí, y su poderosa resurrección, gritan esta verdad.
Dios no nos ama porque nos hizo, sino que Él nos hizo porque nos amaba y éramos Su anhelo.