¿Recuerdas donde estabas el 11 de Septiembre del 2001?
Yo sí lo recuerdo.
Me encontraba en casa de mi abuelo y veía Fox Kids en el televisor mientras andaba en pijama, cuando de repente mi tía entra a la habitación donde me encontraba.
Ella cambió los canales mientras de sus ojos caían lagrimas porque tenía familiares en New York. En su llanto pude ver angustia y desesperación.
¿Terrorismo? ¿Masacre masiva? Esas son palabras que uno por lo general solo escuchaba en películas de acción. Son cosas que “nunca pasan en la vida real”, pero que sin embargo ocurrieron aquella mañana de septiembre.
Ese día mientras vi las noticias, hubo una especie de cortocircuito dentro de mi cabeza y me di cuenta de lo que en un principio es bastante obvio: El hombre está lleno de maldad.
La palabra TERRORISMO se hizo real en cada rincón del mundo.
Desde ese momento se desencadenó una serie de eventos que cambiaron la forma de hacer cine, televisión, incluso música. Leyes y medidas de seguridad fueron renovadas en muchos lugares, y todo porque ahora los hombres le temían a los hombres.
Día a día suceden cosas horrorosas en todo el planeta, producto del pecado y el orgullo humano que las personas han heredado desde que sus ancestros despreciaron a Dios, pero en el 11-S pudimos ver en su máxima expresión lo bajo que la humanidad ha caído.
Lo vimos a todo color y fuego en el cielo de la ciudad más popular del planeta. Y esa demostración de odio fue hecha por idolatras que rinden culto a un falso Dios.
Sin embargo, hay otros tipos de idolatría que todos practicamos (muchas veces sin saberlo). Eso es lo que nos guía a hacer actos tan malos y el pecado nunca es algo personal o pequeño.
¿Qué hay detrás del 11-S?
Hay miles de años de mentiras, asesinatos, y robos. Hay envidia, falsedad, egocentrismo, orgullo. Hay vanidad. Hay crueldad. Hay maldad.
“Todos pecaron y por eso no pueden participar de la gloria de Dios. Pero Dios, por su generoso amor, aprueba a todos gratuitamente. Es un regalo de Dios hecho posible porque Jesucristo hizo lo necesario para liberarnos del pecado”. (Romanos 3:24-25 WBES)
Dios no nos ama porque lo merezcamos.
En realidad no lo merecemos. Él nos ama porque él es amor, y quiere que vivamos para siempre, y así le conozcamos eternamente (1 Juan 4:8, Juan 3:16, Juan 17:3).
Doy mi sentido pésame a todas las personas en el mundo entero que se ven afectadas por aquel 11-S, y elevo al cielo mi oración de que el nombre de Dios sea santificado en el corazón de aquellos que admitan que Dios es Dios.
Él es misericordioso y capaz de perdonar nuestro pasado.
¿La gente está llena de maldad? Sí, pero Dios les ofrece volver a nacer en Él para así poder conocerle, y puedan dar amor a los demás como rama de Su vid (Juan 3:3 – 2 Corintios 5:17 – Juan 15:3).